Thursday, September 20, 2012
A SALVO DEL OLVIDO
Tuesday, September 11, 2012
Sin saber si aún es pronto o demasido tarde
Cuando me propongo presentar el nuevo libro de José Luis García Herrero, Agenda de los signos, me viene a la memoria la lectura que hice en su día de sus dos libros anteriores Yotuel. El contorno del aire (2006) y Palabras contenidas (2008), sencillamente porque en toda su poesía se capta una unidad esencial, cifrada en el interés por el hombre en su condición temporal y social y en el desinterés por los adornos formales más o menos superfluos. Los poemas atienden a cuestiones esenciales desde una actitud reflexiva, lo que produce evidente densidad conceptual a la que acompaña un profundo latido de humanidad. Estas características se condensan, si cabe, en el nuevo poemario, con ese título que alude a los signos del vivir y del morir, a la relación de temas en connivencia con el transcurso temporal del ser humano, del ser doliente, porque desde el primero de los poemas entrevemos un tono vitalmente desengañado y un sentimiento amargo de lo inevitable “sin saber si aún es pronto o demasiado tarde”. Cada poema viene a ser como un golpe seco que percute en el ánimo del lector; y eso se debe en buena parte a dos hechos: por un lado a que los poemas reafirman una verdad palpable, como es la condición pasajera del hombre; por otro, a la contundencia con que se expresa “el paso implacable de las horas”, “la extraña agonía de la vida que pasa”, una contundencia que llega desde la brevedad y la concisión, desde la gravedad y la locución escueta.
En relación con el tema principal y en la misma dirección, en el poemario de García Herrero aparecen otros motivos, como la vejez, la memoria o la imagen del hombre viajero por la vida. Del sentimiento y la vivencia de la vejez brotan los dos poemas más desencajados. Contra la tradición que hace de la vejez un pozo de experiencia y sabiduría, García Herrero habla de ella como “estúpido tesoro, / hendidura, grieta”, “amago de la nada” y “sanguijuela voraz de la existencia”. Ocurre que en el poeta anida un fondo crítico que le lleva a la no fácil aceptación de lo dado. De ahí que en sus reflexiones poéticas sobre la memoria, los recuerdos no sean el ámbito pacífico y apacible con que se nos suelen pintar, sino losa, piedra pesada, “voraz incendio interminable”. La memoria es algo personal, pero alienta además en el poeta una memoria que podríamos llamar histórica y civil, una memoria que no olvida infamias, venganzas y muertes (relacionadas básicamente con la guerra civil). Otro motivo que implica a varios de los poemas de Agenda de los signos es el del hombre viajero, con una gama de significados que aporta la tradición, a la que el poeta hace su propia contribución. La imagen del hombre viajero por la vida es muy fecunda porque supone espacios “donde siempre estuve” y “donde jamás estuve”, además de retornos y otros sueños derivados de la imaginación y el deseo. Entre los distintos motivos que vengo tratando no quisiera olvidarme de los poemas en los que el sujeto establece un diálogo aparente con tres sombras, tres poetas desaparecidos en un tiempo relativamente reciente, caso de Ángel González, ante quien plantea la duda de “si es mejor o peor no estar que estar”, Mario Benedetti, al que consuela porque “sigue latiendo el mensaje / de tu historia / y desexilio”, y Crémer, hombre “de acero inoxidable”, “joven centenario” que partió “después de un largo viaje / por el espacio ácrata de las letras de molde”.
El libro termina con treinta haikus, género no nuevo en García Herrero, que lo había practicado ya en Palabras contenidas. El haiku está hoy más o menos de moda (si de tal puede hablarse en poesía) y acaso responda, como el microrrelato (otra práctica acaso duradera), a la ajetreada vida contemporánea, sin tiempo para adentrarse en más longuras ni profundidades. El haiku es una chispa en el viento, una intuición, un guiño, una sutileza, un brochazo de lirismo que se cierra con este golpe de azada en tierra: “Punto final / del currículum vitae: / descanse en paz”.
En general puede decirse que Agenda de los signos reúne un haz de poemas resueltos como reflexiones escuetas movidas por un mismo sentimiento amargo ante la fugacidad de la vida y el horizonte mortal del hombre. No es algo nuevo en la poesía de García Herrero, pero los signos de la derrota son, si cabe, más amargos.
José Enrique Martínez
Prólogo libro Agenda de los Signos
Ha venido la tarde cenicienta de pronto.
Precursora temprana de las noches heladas,
a contar en voz baja el misterio presente,
a quemar las luciérnagas recién resucitadas,
a sepultar los soles de la oscura memoria.
Ha llegado despacio por la puerta trasera.
Ha venido la tarde detrás de los cristales,
cuando el tiempo hace trampas y el calor envejece,
cuando el alma agrietada se escapa por la esquina
de un reloj electrónico y una antigua clepsidra.
Ha llegado la tarde, ha venido despacio.
Trayendo en su equipaje la chatarra oxidada
del metal y la arena, resplandor y tiniebla,
entre brumas y luces de la vida que pasa
del pasado al presente, del mañana a la nada.
Sin saber si aún es pronto o demasiado tarde.
HOMENAJE A JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERO
tejiste y destejiste, al amparo suave de la brisa,
la madeja polifacética de tu palabra.
Era tu hilo tan fino, seda u oro, lino o lana, qué importa ahora, que
a diario lo lanzabas del vacío a la cumbre, del infinito a la nada,
rebelde tejedor de sueños, en busca de dialécticas batallas.
Por el suelo quedaron, al desamparo, el telar y la musa,
cuando el hades rasgó sereno los sellos de la trama.
ahora que un otoño multicolor se viene,
entintado de aromas y nostalgias.
Monday, September 10, 2012
PALABRAS CONTENIDAS
Palabras resultado de la experiencia, de la sorpresa, de ese intento de acercarse a las claves de la existencia. Palabras enjauladas en angostos límites, como pretende expresar el ambiguo título. Palabras contenidas, palabras disimuladas, diluidas, enhebrando la sutil esencia de cada una para que no se desnude demasiado en medio de las tormentas personales. Consciente de que es inútil aceptar o rechazar la trayectoria humana, tantas veces confundida, sorprendida, desolada, irritada ante el misterio.
De todos modos, y a pesar de todo, espero que la delgada atmósfera que impregnan los poemas, imágenes y metáforas llegue hasta el lector lo más fiel posible; aunque como dijo el gran poeta Ángel González: «Todo poema es, al menos en parte, un fracaso». Por eso, una vez dibujado cada signo, este libro termina siendo, inevitablemente, estratos expresivos de un mismo paisaje interior y exterior, anverso y reverso del mismo espejo.
Porque la palabra, cada palabra, es crepúsculo y es aurora.
Título: Palabras contenidas/ Poesía Hontanar, 2008/ autor: José Luis García Herrero / páginas:101/ ISBN: 978-84-95728-74-4/ PVP: 15€
EL HOMBRE DEL PARAGUAS
Caen las aguas a cántaros feroces,
son un río las calles anegadas,
y hay un hombre
debajo de un paraguas.
Es un viejo de mil años de vidas y muertes
a su espalda
que camina encorvado, lentamente,
agarrado a un paraguas.
No cesan de llover airadas sombras negras,
ásperos vientos,
lágrimas al revés,
voz de la lluvia, poema de la Tierra,
sobre el hombre más viejo y agotado
del mundo y su paraguas.
Thursday, July 26, 2012

Punto final
El 19 de julio de 2012, a las 13:30 h. se fue para siempre el poeta de Yotuel/El contorno del aire. Nos dejó el compañero, el amigo, el escritor. Se fue un gran ser humano al cielo de los sin cielo. Allí donde habitan las almas mudas sin infierno. Su vida y su obra quedarán en nuestro recuerdo, a salvo del olvido.
Punto final
Cuando deje de ser esto que apenas soy:
no vayáis a mi lecho a poner flores,
no digáis las palabras aprendidas,
no alteréis vuestro ritmo y compostura.
Retirad mis papeles de la mesa,
dad la vuelta al espejo donde estuve,
incendiad el recuerdo y aventadlo,
triturad la memoria tan inútil.
Dejadme descansar, accidentales
compañeros de un tiempo malgastado,
no quiero que de un rezo distraído
se aprovechen los hombres y los dioses
para hacer sus estatuas procesales.
Olvidaos de mí, pues es sencillo,
es fácil, es normal, así fue siempre
y nada ha de cambiar cuando me vaya.
Todo ha de ser así, como así ha sido:
corriente,
elemental,
incomprensible,
un acto intrascendente,
una broma pesada de la vida.
José Luis García Herrero (1934/2012)
del libro Yotuel, 2006
José Luis García Herrero (Palencia, 1934) Licenciado en CC. Políticas y Sociología por la Universidad Complutense (Madrid), donde realizó cursos de doctorado. Y en Universidad Politécnica (Madrid), cursos de Estadística. Desarrolló su actividad profesional durante varios años como responsable de Recursos Humanos en Endesa. Fue columnista en La Crónica de León. Autor de libros de poesía: Yotuel (2006), Palabras Contenidas (2008), y Agenda de los signos (2010), publicados por Ediciones Hontanar. Su último libro: Juan García Arias-Memoria histórica del último alcalde republicano de Ponferrada (Ediciones Hontanar, 2011).
José Luis García Herrero quiso despedirse así de su columna habitual en este periódico
El punto final
Diario de León
CARLOS FIDALGO 26/07/2012
José Luis García Herrero se ha ido con su padre. Se ha ido a un lugar entre la nada y el cielo, que es donde vamos todos cuando dejamos de ser.
Hijo del último alcalde republicano de Ponferrada, fusilado en una tapia de León a comienzos de la Guerra Civil, José Luis García Herrero —que fue sociólogo, ensayista, poeta, directivo de Endesa y estuvo a punto de convertirse en senador por el Partido Comunista— vivió marcado por la muerte de su padre, Juan García Arias. Por algo tituló Palabras contenidas uno de sus libros de versos. Y por algo esperó al final de su vida para mostrar la carta desgarradora que su padre le escribió a su madre desde la cárcel de León, después de la farsa del juicio sumario que le condenó a muerte.
A los 18 años, y siendo un proyectista de obra civil, García Herrero se encontró de frente con el hombre que había detenido a su padre. «¿Tú eres el capitán Losada? Yo soy el hijo del que fue alcalde de Ponferrada», le soltó durante la inauguración del pantano de Bárcena. Y hace un año, contaba que Losada, una de las figuras de la represión en el Bierzo, se quedó pálido, hizo un gesto raro y respondió afirmativamente antes de pedirle que se apartara.
Al hijo del alcalde fusilado ya le había interrogado la policía cuando apareció por Ponferrada. Le preguntaron a qué había venido. «A trabajar», les respondió. Después de aprobar unas oposiciones en el Instituto Nacional de Industria, esta ciudad desde donde les escribo no era el mejor lugar para ser destinado. En Ponferrada vivían diez o doce personas que podían crearle problemas. Personas que «por dejación, por tener los ojos cerrados, o por pistoleros, por llevarse a la gente al Montearenas y a otros lugares para matarlos» desconfiaban de él. En aquellos años, el joven García Herrero, que nunca buscó venganza, leía clandestinamente Mundo Obrero «antes de quemarlo en el jardín» y sufría registros domiciliarios de madrugada. Le ponían la casa patas arriba y de los nervios, le salió una úlcera de estómago.
Reviso una vieja fotografía de José Luis con su padre. García Arias sostiene a su hijo en pantalones cortos, descalzo. Recuerdo a ese mismo niño convertido en un anciano, vestido con un chándal en su casa de Ponferrada, mientras le entrevistaba el verano pasado, al cumplirse 75 años del fusilamiento. «Cuando deje de ser/ esto que apenas soy/ no vayáis a mi lecho a poner flores/ no digáis las palabras aprendidas/ no alteréis vuestro ritmo/ y compostura (...) Todo ha de ser así/ como ha sido/ sencillo, elemental, incomprensible,/ un acto intrascendente,/ una broma pesada de la vida», escribió una vez en un poema que tituló El punto final. Y me consuelo pensando, creyendo, deseando, que José Luis García Herrero haya muerto con la serenidad que le robaron a su padre.
Wednesday, July 25, 2012
Cuando en los pueblos no había esquelas
Cuando en los pueblos no había esquelas
Diario de León
Jesús A. Courel 25/07/2012
Cuando los pueblos tenían gente, la muerte de uno de sus habitantes solía ser un momento doloroso porque la comunidad perdía a uno de los suyos. En el momento de la agonía, siempre había algún vecino o pariente que leía algún libro piadoso sobre el viaje de las almas. Se encendían cirios y se les ponían sobre el cuerpo objetos religiosos, además de rociarlos con agua bendita. Luego se daba la extremaunción en presencia de familia y amigos, casi siempre con la habitación llena de gente. En muchos casos, los habitantes del pueblo acompañaban al cura con el Viático, en una procesión improvisada desde la iglesia a la casa del que estaba en trance de morir, cada cual portando una vela en un silencio que solo rompía el sonido de la campanilla del sacristán, cada diez o doce pasos. Este cortejo de despedida, suponía el adiós solemne y triste de la comunidad a un miembro de la misma, siendo las atenciones a la familia un ejemplo de convivencia que despareció con la modernidad.
El velatorio fue terapia de grupo, alivio para el dolor familiar y para ahuyentar el miedo de cada uno a su propia muerte. Por ello, los velatorios en las aldeas fueron, en muchas ocasiones, una fiesta donde la vida se afirmaba sobre la muerte. Pero la solidaridad de los pueblos es mera anécdota en las urbes, nutridas con individualismo y enfermiza competencia, donde la prisa lo desdibuja todo. La muerte en la ciudad es materia huidiza. Hace unos días, falleció en Ponferrada José Luis García Herrero. Nos enteramos por la esquelas o las redes sociales, pero no hubo cortejo de despedida. Echaremos de menos sus escritos sobre la bárbara especulación urbanística (animada por la complicidad y el silencio de muchos), que convirtió tantas ciudades en espacios anónimos donde cualquier anciano se muere sin nadie de la comunidad le eche de menos…
Había que hacer algo.
Monday, July 23, 2012
JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERO
Diario de León
La muerte de José Luis García Herrero me trae recuerdos de nuestra amistad, debilitada pero nunca perdida en estos últimos años, como me demostró su afectuosa carta en la muerte de mi padre. Hubo un tiempo en que aquella amistad fue más estrecha. Lo conocí en 1976 y durante diez años mantuvimos una relación casi diaria en largas reuniones políticas que, varias veces al mes, nos llevaban a León donde asistíamos al Comité Provincial del PCE. En aquellos interminables viajes hablábamos de todo, de política pero también de nuestras inquietudes y vivencias personales. Recordaba a veces sin acritud su infancia, alguna vez me habló del maquis pero nunca mencionó a su padre, y hasta años más tarde no supe que era hijo de Juan García, el último alcalde republicano de Ponferrada, fusilado al comienzo de la Guerra Civil. Nunca alardeó de ello, aunque la memoria sobre su padre era, por lo que he sabido después, muy viva.
José Luis tenía un espíritu juvenil incansable y su afán por la formación personal llamaba la atención, también la envidia de algunos. Cuando lo conocí ya no era un muchacho, me llevaba casi veinte años que no fueron obstáculo para la amistad ni el estudio. Además de las reuniones diarias, trabajaba en Endesa por la mañana y, por la tarde continuaba en el estudio de Calleja, un arquitecto muy activo entonces en el Bierzo. Pero sacaba tiempo para estudiar por libre Ciencias Políticas, que llegó a terminar con éxito en Madrid. Tenía muy buena mano para el dibujo y sabía de arquitectura y urbanismo, lo que luego le sirvió para criticar con conocimiento y rigor los muchos desaguisados que se cometieron en el urbanismo de Ponferrada. En las reuniones era meticuloso, tomaba nota de todo con letra firme y chiquita; sabía poner sentido común en las discusiones, sin extremismos, pese a lo firme de sus convicciones comunistas.
Muchas de sus críticas a la corrupción o a los desmanes urbanísticos han quedado reflejadas en sus incisivas, y no exentas de ironía, columnas de opinión. Lo de escribir le venía de lejos. En los años del franquismo, donde los medios de expresión eran escasos, dejó constancia de sus inquietudes literarias, religiosas y políticas en las páginas de Aquiana, donde uno puede encontrar poemas, artículos sobre el Vaticano II o polémicas con personajes de la época. La más sonada fue la que mantuvo con el jesuita Martín Vigil a raíz de una visita del popular escritor asturiano al Gil y Carrasco sobre el papel de la juventud. Cultivó con pasión la poesía, primero como lector, luego como autor, quizá animado por su mujer Amparo Carballo, a la que mando mi pésame. Su admiración por la obra de Celso Emilio Ferreriro, especialmente por A longa noite de pedra, era reflejo de lo mucho que detestaba al régimen de Franco, que lo dejó huérfano tan niño. Descansa en paz.
Friday, July 20, 2012
Thursday, July 19, 2012
PUNTO FINAL

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UNA BROMA PESADA DE LA VIDA
In memóriam José Luis García Herrero,
mi compañero (19-07-2012)
Ahora que estás en ningún lugar
el vacío ocupa mis manos,
y en tu sillón se sienta la soledad.
Los papeles sobre la mesa,
las palabras aprendidas,
la memoria tan inútil…
Todo son imágenes congeladas
en el espejo donde estuviste,
y nada es normal ni sencillo.
Ahora no sé cómo recomponerme:
se descolocó el puzzle
y me faltan piezas, compañero.
Amparo Carballo Blanco
Monday, July 02, 2012
¡Fútbol, fútbol y fútbol…, y no se hable más!
Saturday, June 16, 2012
Alternancia sin alternativas a la vista
Monday, June 04, 2012
El papel impreso y el nuevo desorden mundial
Saturday, May 19, 2012
¡Cuidado, vencejos que estáis en España!
Monday, May 07, 2012
Fallo multiorgánico global
Wednesday, April 25, 2012
Hacer libros es un arte, venderlos es un milagro
Friday, April 06, 2012
Rascayú o el arte de Sostenella y no Enmendalla

No sé si la frase del título viene del Quijote, o es una más de las frases populares, pero sé que viene como anillo al dedo papal para un registrador de la propiedad que estuvo en Villafranca del Bierzo, y que nunca pensó que llegaría a ser presidente del Gobierno de España. De todos modos, los entendidos suelen decir que “Sostenella y no enmendalla" era la fórmula con la que creían mantener su honor los hidalgos españoles del Siglo de Oro.
En este tiempo de líos financieros y errores mayúsculos, las decisiones políticas están llenas de esa actitud chulesca; pues rectificar cuesta mucho, y puede suponer que otros partidos tengan la razón. Por eso en este País en crisis y casi intervenido somos dados al sostenella y no enmendalla. Como paradigma de esta tozudez está haciendo estragos la Reforma Laboral, que totalmente en contra de cuando tocaba prometer electoralmente el oro del moro, resulta que pocos días después ni oro ni moro, sino más paro, más cara la vida, más barato el despido, más subida de impuestos, excepto para los más ricos y sinvergüenzas, pues esos impuestos son minorados trampeando escalas tributarias, incluso premiando el dinero negro evadido a paraísos fiscales, además de ajustes que en realidad son pérdida de empleos y reducción de inversiones en servicios sociales. El macabro resultado es que este País es más pobre, y el diferencial entre ricos y pobres aún mayor. Todo esto y lo por venir llegará; a no ser que una catarsis social lo remedie, lo cual está produciendo que el País se empobrezca más a costa del sufrimiento de la población más modesta, mientras se facilitan rescates a las grandes instituciones financieras, culpables de una crisis sometida a los engranajes políticos de la vieja Europa. Este desastre y pérdida de soberanía me ha hecho recordar, quizá porque empieza con R de Rajoy, una vieja canción llamada Rasacayú, que durante los años 50 y 70 se oía con frecuencia.Quisiera no olvidarme del genial Antonio Mingote. A ver si cuando Rajoy deje de ser presidente hace suya la frase de Mingote: “Perdonadme, no lo volveré a hacer”. Ojalá sea así, aunque demasiado tarde para un País metido en un cacao de padre y muy señor mío.
Saturday, March 24, 2012
A propósito del Día Internacional del Agua

En el XIX, un tal Bellamy, contó que había un lugar seco llamado Raizame, donde el pueblo tenía gran necesidad de agua. Los más insociables descubrieron fuentes y almacenaron agua. Cuando la sociedad la pidió para no morir de sed, los organizaron: unos a trabajar en manantiales; otros a transportarla; otros a construir depósitos que llamaron Mercado. Dijeron: -Por cada cubo de agua os daremos un céntimo; por cada cubo que necesitéis pagaréis dos céntimos. La diferencia es beneficio por almacenar y conservar el agua.
La propuesta pareció bien y se pusieron a la tarea. Como los aguadores eran muchos, después de varios días los depósitos rebosaban y los amos ni contrataban ni obtenían beneficios, pues el pueblo no podía comprar el agua que habían llevado. Así que la sed era cada vez mayor porque los capitalistas eran dueños de todos los manantiales, de forma que nadie podía conseguir agua fuera del Mercado. Entonces los amos llamaron a los políticos, expertos en el arte de hablar con oscuridad. Unos decían que era por culpa del stock; otros por superproducción. Por fin la llamaron crisis económica. Los capitalistas explicaron que habiendo mucha agua almacenada no se podía pagar a los aguadores. Pero los agitadores dijeron al pueblo que se asociase y organizase su trabajo para no depender de los capitalistas. “Con el exceso de agua podéis construir surtidores para todos e incluso piscinas”. Los adivinos de la ciencia lúgubre y los señores de la guerra que defendían a los capitalistas oyeron esto, y amenazaron. Pero el pueblo aplicó el consejo y nadie tuvo sed en Raizame, ni hubo hambre ni guerra, porque todos eran iguales y juntos vivían en paz: es la parábola de Bellamy.
Lo cual recuerda que el 22-03-2012 fue Día Internacional del Agua, y que España sufre la mayor sequía desde hace décadas. Sin embargo hay agua suficiente, aunque es preciso corregir su mala distribución y gestionar mejor un recurso limitado, ligado al modo de producción. Reducir el despilfarro por averías y mal uso; mejorar la salud de los ríos; implantar una cultura del agua, antes de que sea demasiado tarde y las multinacionales se apoderen, la almacenen y conviertan en mercancía.