Thursday, February 23, 2012

Tiempos aciagos: manes y desmanes del PP



La Crónica de León/29-02-2012






José Luis García Herrero


Hace tiempo, en un artículo sobre especulación, escribí sobre la primera crisis bursátil llamada tulipamanía. Sucedió a principios del siglo XVII con bulbos del tulipán del este de Europa introducidos en Holanda, cuna de la bolsa moderna. Esa planta, por su belleza y escasez, enseguida fue instrumento de especulación financiera, con tal incremento de precios que antes de plantarse multiplicaba su valor, dejando enormes ganancias a los traficantes. La euforia duró siete años; después los especuladores comenzaron a vender, los precios se hundieron, y los modestos inversores se arruinaron. El colapso financiero gravó la economía holandesa varios años.
Hoy, otra vez, la trapacería financiera recorre los mercados y bolsas globalizadas: zocos en manos de traficantes blindados que dirigen el pillaje mundial, arruinan impunemente al conjunto de la sociedad, a la vez que incrementan el desequilibrio de la estructura social. El falso milagro neoliberal, produce breve bienestar a una mínima parte de la población, pobreza a la mayoría, peligrosa concentración de poder para unos pocos, corrupción y despilfarro de recursos. Pues según la tesis del Banco Central y Fondo Monetario, es suficiente con suprimir barreras comerciales, eliminar la intervención reguladora del Estado, privatizar toda actividad, flexibilizar las relaciones laborales, neutralizar los sindicatos, fracturar el exhausto y mal llamado Estado de Bienestar, para superar la crisis. Esta solución sin freno pone a Keynes marcha atrás, y deja la supervisión del sistema económico en manos del mercado y de Dios. Hoy se sabe que el Sistema beneficia a los muñidores de la crisis que, para camuflar errores y trampas, prometen propinas sociales y restos de la tarta devorada por elites políticas, que gozan de impunidad.
Parafraseando a Moisés Naím, escritor venezolano, cuando los dioses griegos querían destruir a alguien, primero lo volvían loco. Según esos manes, para aniquilar a una persona hay que llenarla de éxitos, poder y fama, lo cual infunde tal confianza que, inevitablemente, le lleva a fracasar.
Qué el dios que esté de guardia nos ampare, porque los de siempre se han hecho con el pan y la sal... Y además ni llueve.

Saturday, February 11, 2012

Evolución y metamorfosis de la especie política



La Crónica de León/ 15-02-2012

José Luis García Herrero

En España hay más de dos partidos, aunque muchas personas piensan que no, que sólo dos. Entonces, ¿dónde están los otros de esa amplia gama de opiniones y creencias repartidas por el espectro político nacional, autonómico, o ni fu ni fa? Por cierto, lo espectro político viene de Norberto Bobbio, que por eso de italiano era muy riguroso y dijo que sólo se puede ser de derecha o izquierda por ser ambos mutuamente excluyentes.
Nada de eso, la posición y práctica política hoy coexiste sin más requisito que disfrutar de amplios privilegios. Por poner un ejemplo: el PP puede ser, con toda tranquilidad y desparpajo: progresista; reaccionario; de derecha; de izquierda. Eso sí, de una izquierda que nunca se sabe, como aquello del gallego en la escalera, si sube o baja. Y por poner otro ejemplo: el PSOE que se auto titula socialista, sin más referencia científica que la de Pablo Iglesias y, por si fuera poco, se dice obrero y olé, por eso de español dotado de valores eternos que se suponen católicos, apostólicos y romanos, aunque todo muy superficialmente y sin muchos aspavientos para no molestar a los otros, y de paso, agradar con la obediencia debida a la Conferencia Episcopal, que esa sí sabe muy bien en qué lugar del espectro de la economía política está como representante del ambiguo Dios de la Biblia, que lo mismo puede ser uno o trino, paloma o gavilán. Truco que ha servido para sobrevivir más de dos mil años siendo siempre el mismo. Basta pensar en la escalera del gallego y en Lampedusa para ver las rentabilidad otorgada por el don divino de la ubicuidad. Cual los neutrinos, o algo así.
Como no quiero olvidarme de lo escrito por Maruja Torres en su artículo del País Semanal, titulado “Queridos Ayatobispos”, lo repito letra por letra y número por número: “El Estado entregará mensualmente a la Iglesia católica 13.266.216,12 euros. Así según Ley 42/2006, de 28 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado, tal como determina el BOE. O sea: de nuestros impuestos”.
No es de extrañar que la ex ministra Carmen Chacón dijera: “Llevamos treinta años aguantando demasiado, quiero una sociedad libre de tutelas confesionales”.
Lo dicho, dicho está.