Tuesday, February 15, 2011

Ponferrada:peligro para caminantes


La Crónica de León/ 15-02-2011
José Luis García Herrero

Según los calendarios el verano llegará: -Muy bien, ¡qué pase! -dijo Neruda al mar. Pero una vez finalizado el relativo frenazo contra el legislador de un mercado laboral de hombre-mercancía, resulta que todo sigue como si fuera siempre otoño, invierno y nunca primavera; especialmente para los marginados en esa lotería de la distribución de la riqueza, donde sólo vale la regla de tres inversa o la media estadística del jamón. Así, mientras el País se entretiene con encuestas y porcentajes para estimaciones sesgadas, los gobiernos de las Españas municipales y autonómicas, al más puro estilo Lampedusa, sueñan con cambiar en mayo florido, y que todo siga con los mismos casos enmarañados y resabiada autoestima, repitiendo que serán elegidos por mayoría, y que la población estará en buenas manos. Lo cual no promete mejor dialéctica que serene la cosa pública, tan perturbada a derecha e izquierda, ignorando que gobernar a ciudadanos-número es soberbia expresión nada democrática. Pues la diferencia de número no es consecuencia del porcentaje de votos, sino el perverso resultado de nuestro peculiar sistema electoral. Porque los efectos de toda política excluyente de minorías, puede dar buena renta electoral, pero la consecuencia será una pesada carga social y económica, además de incrementar la insolidaridad, la falta de cohesión social y la pobreza; ya que el buen gobierno es más que una partida de juego electoral a plazo fijo y, por supuesto, temporal.
En lo que se refiere a escala local, por si no lo saben, lo cuento: resulta que en un lugar de Ponferrada existe un barrio llamado de San Ignacio, calificado por los vecinos de espacio vandálico, pues la situación -dicen- ha llegado al límite de lo tolerable. Especialmente los fines de semana los vándalos mean, vomitan, dejan botellas y vasos rotos, provocan riñas y peleas nocturnas, lo que ha dado lugar a numerosas denuncias y recogidas de firmas, exigiendo la obligada vigilancia por parte de la policía municipal. Por eso muchos vecinos han llegado a pensar en no votar. Aunque, digo yo, quizá fuera mejor votar, como se intentó en Francia en 1980, al provocador payaso Michel Colucci; acaso al Gundisalvo de Pedro Lazaga y su película, o al señor Cayo de Miguel Delibes.
Todo lo anterior, recuerda los versos de Alberti en “Roma, peligro para caminantes”: Verás entre meadas y meadas,/ más meadas de todas las larguras:/ unas de perros, otras son de curas/ y otras quizá de monjas disfrazadas... Y en mayo, a ver qué pasa.

Friday, February 04, 2011

La Indefinible Casa Comarcal


La Crónica de León, 01-02-2011
José Luis García Herrero

Hace tiempo, un mapa político identificó ocho comarcas en León. Otro, dibujó unas 39 en C y L. Sobresalta pensar que un día los más de 8.000 municipios de España y unos 75.000 concejales electos exijan sus consejos. A no ser que la simple ecuación de menos consejos, menos municipios y menos concejales, se resuelva con menos gastos corrientes, más servicios y más inversión pública. Para que las instituciones del Estado estén al servicio del ciudadano y, como promete la democracia social y de Derecho, sean casas de cristal. Hoy, sin un pensamiento integrador, la polis es un espacio inmobiliario público y privado al alimón; y la educación, una variable más del modelo cultural dominante. El resultado: crisis de ciudad, socialmente injusta, insolidaria, y ecológicamente insostenible. Por eso, aunque la legislación española no otorga a los municipios competencias directas en materia educativa, la ciudad debe ser donde las personas puedan mejorar educación y valores de la democracia; además, según Carta de Ciudades Educadoras de la UNESCO, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir, con objeto de que la educación forme parte de un plan estratégico capaz de armonizar desarrollo urbanístico, cultura y cohesión social.
Pero como la influencia educativa se ejerce desde diversos campos (familia, trabajo, medios de comunicación) es necesario la colaboración ciudadana: entrevistas, asociaciones, sectores educativo y empresarial para elaborar un proyecto cultural y acercar la gestión institucional a las necesidades de las personas. Porque no se trata sólo de hacer ciudades de cine ni de multiplicar fundaciones, museos y secundarias universidades, sino de construir una polis solidaria, multicultural y abierta, por y para toda la población. Pues la democracia no es arrogancia aritmética de mayorías, sino buen gobierno con diálogo y participación popular. Por eso: ¿puede hacer algo por todos el único en su género Consejo Comarcal? Claro está, puede ofrecer a los ciento treinta y no sé cuántos mil comarcanos un informe que, para empezar, diga: soy yo y mi circunstancia; pues gracias a vosotros existo. Después, con rigor cartesiano que se le supone, incluir unas páginas, mejor en blanco y negro y papel reciclado, con grandes y pequeños números en euros y su traducción en pesetas para entenderlo mejor, que explique a los ciudadanos para qué sirve el indefinible Consejo y cuánto cuesta “per cápita” su existencia revisada.