Sunday, October 04, 2009

LA CIUDAD ESCAPARATE

La Crónica de León, 29-09-2009
José Luis García Herrero

Esta España de las autonomías a su aire; de gobiernos, diputaciones y cajas financieras emporio de políticos. España de la comarcalización virtual, ayuntamientos API y otros entes subrepticios de inversión electoralista y boato personal. España de charanga y pandereta, frascuelos toreros y católicas marías. Esa España que espera en vano su mañana y su día tiene ciudades, pueblos, villas y aldeas donde unos viven más o menos bien y otros a duras penas o penas duras. Como a las ciudades se las conoce como a las personas, en el andar -escribió Robert Musil- se supone que los ciudadanos las prefieren de andares amables, sin trepidante tráfago cotidiano, sin alardes horteras, donde las personas puedan participar, divertirse y respetar su entorno, incrementar su cultura, convivir en paz. Porque el disfrute del ocio, cultura y educación; en definitiva, la calidad de la vida social y capacidad de reflexión depende de cómo se gestionen los asuntos urbanos. Sin embargo, al parecer lo que mejor sirve a los fines políticos y sacrosantos, además del vino y la tortilla, suele ser la sinrazón del ruido desaforado al margen de toda norma escrita, firmada y olvidada.
Si ahora hablamos, pongamos de la Ponferrada habitual, sin santa a quien loar venga o no a cuento, yo no sé a ciencia incierta si esta presumible y real ciudad es pionera en el barullo desmedido, descomedido y consentido por unas autoridades municipales mitad monjes, mitad soldados: que decía alguno cuyo nombre es mejor no recordar. Para comprobarlo, basta dar un asediado paseo por sus calles remodeladas intentado esquivar con hábiles contorsiones de cadera centenares de baches y cachivaches; incesantes postes de información plantados en medio de las aceras; el mogollón de jardineras, bolardos, bancos, papeleras, contenedores y etcéteras repartidos por doquier. Sin contar la invasión del espacio público por servicios privados que se pasan de la raya convenida. Y qué decir de la impune ocupación de calzadas y aceras por furgones y furgonetas, camiones y camionetas, motos y motocicletas, empeñados en trasladar de un lado para otro productos y desechos, objetos y trastos, en lugar de hacer lo mismo pero sólo en horas razonables de reparto: no más tarde de las 8 de la mañana, por poner un ejemplo. Pero claro está, una ciudad tranquila y humanizada no sería ciudad escaparate.