Thursday, March 18, 2010

LAS ESPINAS DE LA ROSALEDA

La Crónica de León /16-03-2010
José Luis García Herrero

Primero, con los socialistas en el gobierno municipal, se llamó PAU1. Luego, Sector 3 y en seguida empezaron a negociar con Caja España, (por entonces se llamaba de otra manera y era la propietaria). Debido a complicados y oscuros manejos financieros el plan entre unos y otros era construir cerca de tres mil viviendas además de los Sistemas Generales obligatorios y del suelo que quedaría de propiedad municipal con destino a viviendas VPO. Pero no contaban que el juego electoral iba a cambiar planes y destino entre la entidad financiera y la política. En ese momento inicial de la oscura historia del PAU1, la todavía oposición del PP cuestionaba los planes del PSOE, manifestando a grito pelado que ese desarrollo urbanístico sería la ruina de Ponferrada y de su pequeño comercio tradicional. Por unos motivos u otros el asunto quedó varios meses en barbecho, hasta que de pronto, y contra todo pronóstico el que era total enemigo del proyecto, pasó a ser su ardiente defensor, ya con otro alcalde y otro equipo afín a sus tesis. El caso es que para desarrollarlo con total rentabilidad financiera, la propiedad del suelo, por arte de magia, cambió de manos y de nombre, al crear una sociedad mercantil titulada Pongesur: ‘rara avis’ constituida por el Ayuntamiento con capital íntegramente municipal para la gestión directa de servicio público urbanístico, tanto en La Rosaleda como en cualquier otro lugar de la ciudad, pero sin embargo de naturaleza privada, capital público y directiva política interpuesta torticeramente para eludir el control funcionarial y político. De este modo el anterior PAU1 pasó a llamarse La Rosaleda, y, en las setenta hectáreas, donde según la ley cabían menos de tres mil viviendas se incrustaron alrededor de cinco mil, con el consiguiente apaño de reducir espacios públicos y otras obligaciones legales. El caso es que este lío terminó en los tribunales de justicia, donde sigue dormitando, esperando la mano que diga “levántate y anda“. Así se vendió suelo urbano, no se sabe bien si por el Ayuntamiento, auténtico propietario de patrimonio público, o mediante ese maquiavélico invento instrumental llamado Pongesur de naturaleza privada. El resultado ha sido opacidad de gestión, información privilegiada y probable utilización fraudulenta de la doctrina mercantil, tanto en La Rosaleda como en cualquier otro espacio de la ciudad. Estas son las espinas largas y duras de La Rosaleda, verdaderas responsables de la crisis en Ponferrada.


Saturday, March 06, 2010

CARRERA DE OBTÁCULOS

La Crónica de León/ 2-03-2010
José Luis García Herrero

Por eso de la demografía y el envejecimiento de la población, unido al paro, aumenta el número de personas con algún grado de incapacidad física. En muchas ciudades españolas se aplica lo que está escrito en las leyes del suelo orientadas a facilitar la movilidad a los ciudadanos, con IBI o sin IBI, pero con algún tipo de incapacidad. Si damos un paseo por la ciudad comprobaremos que no es tan estupenda ni bien proyectada como pregonan los ediles, que se sacrifican y desviven para que les voten una y otra vez, y así sentar sus posaderas en los sillones curules por unos cuantos añitos más, a ser posible en puesto relacionado con el urbanismo o cosa parecida, dada su agradecida remuneración. Ponferrada, según afirman con desparpajo, es una ciudad floreciente por su crecimiento basado en el ladrillo y la especulación “pongesuliana”, pero eludiendo que está llena de barreras arquitectónicas. Por ejemplo: un invidente, con perro guía o sin él, se encuentra en las aceras multitud de obstáculos, tanto horizontales como verticales, gracias a los cuales puede perder la poca vista que aún le quede. Y no sólo los invidentes sino cualquiera con problemas de movilidad, incluidas personas ancianas. No se explica cómo en esta pretenciosa ciudad que presume de su crecimiento hay tantos obstáculos arquitectónicos. Los minusválidos en silla de ruedas encuentran tal cantidad de barreras que no pueden acceder a comercios, cafeterías o cualquier otro lugar de uso público, porque casi todos tienen dos o más escalones de acceso, tal como si en vez de facilitar la entrada, pretendieran impedirla. Y qué decir de los llamados pasos de peatones dotados de defectuosas rampas, donde el diseñador olvidó su diseño, resultando casi imposible utilizarlas porque, en muchos casos, tiene un escalón con un desnivel superior a 3 cm, especialmente en cruces donde muy pocos automovilistas respetan las señales peatonales. En fin, mucho presumir de ciudad y poco de que ésta sea cómoda y fácil para cualquier persona con plena capacidad de movimiento o sin él. Entre tanto los ediles confían seguir “okupando” sus escaños municipales, gracias al voto de los ciudadanos que pasean por calles y avenidas de una ciudad alegre y confiada, que decía un tal Pemán, esperando sobrevivir o quedar, “virgen santísima”, al menos como están. Si es que llegan a donde van.