Thursday, July 26, 2012


Jueves, 26 de julio de 2012
EN ESTE PAÍS / José Luis García Herrero (In memóriam) /

Punto final

El 19 de julio de 2012, a las 13:30 h. se fue para siempre el poeta de Yotuel/El contorno del aire. Nos dejó el compañero, el amigo, el escritor. Se fue un gran ser humano al cielo de los sin cielo. Allí donde habitan las almas mudas sin infierno. Su vida y su obra quedarán en nuestro recuerdo, a salvo del olvido.

Punto final
Cuando deje de ser esto que apenas soy:
no vayáis a mi lecho a poner flores,
no digáis las palabras aprendidas,
no alteréis vuestro ritmo y compostura.


Retirad mis papeles de la mesa,
dad la vuelta al espejo donde estuve,
incendiad el recuerdo y aventadlo,
triturad la memoria tan inútil.

Dejadme descansar, accidentales
compañeros de un tiempo malgastado,
no quiero que de un rezo distraído
se aprovechen los hombres y los dioses
para hacer sus estatuas procesales.

Olvidaos de mí, pues es sencillo,
es fácil, es normal, así fue siempre
y nada ha de cambiar cuando me vaya.

Todo ha de ser así, como así ha sido:
corriente,
elemental,
incomprensible,
un acto intrascendente,
una broma pesada de la vida.


José Luis García Herrero (1934/2012)
del libro Yotuel, 2006

José Luis García Herrero (Palencia, 1934) Licenciado en CC. Políticas y Sociología por la Universidad Complutense (Madrid), donde realizó cursos de doctorado. Y en Universidad Politécnica (Madrid), cursos de Estadística. Desarrolló su actividad profesional durante varios años como responsable de Recursos Humanos en Endesa. Fue columnista en La Crónica de León. Autor de libros de poesía: Yotuel (2006), Palabras Contenidas (2008), y Agenda de los signos (2010), publicados por Ediciones Hontanar. Su último libro: Juan García Arias-Memoria histórica del último alcalde republicano de Ponferrada (Ediciones Hontanar, 2011).
José Luis García Herrero quiso despedirse así de su columna habitual en este periódico

El punto final

Diario de León

CARLOS FIDALGO 26/07/2012

José Luis García Herrero se ha ido con su padre. Se ha ido a un lugar entre la nada y el cielo, que es donde vamos todos cuando dejamos de ser.

Hijo del último alcalde republicano de Ponferrada, fusilado en una tapia de León a comienzos de la Guerra Civil, José Luis García Herrero —que fue sociólogo, ensayista, poeta, directivo de Endesa y estuvo a punto de convertirse en senador por el Partido Comunista— vivió marcado por la muerte de su padre, Juan García Arias. Por algo tituló Palabras contenidas uno de sus libros de versos. Y por algo esperó al final de su vida para mostrar la carta desgarradora que su padre le escribió a su madre desde la cárcel de León, después de la farsa del juicio sumario que le condenó a muerte.

A los 18 años, y siendo un proyectista de obra civil, García Herrero se encontró de frente con el hombre que había detenido a su padre. «¿Tú eres el capitán Losada? Yo soy el hijo del que fue alcalde de Ponferrada», le soltó durante la inauguración del pantano de Bárcena. Y hace un año, contaba que Losada, una de las figuras de la represión en el Bierzo, se quedó pálido, hizo un gesto raro y respondió afirmativamente antes de pedirle que se apartara.

Al hijo del alcalde fusilado ya le había interrogado la policía cuando apareció por Ponferrada. Le preguntaron a qué había venido. «A trabajar», les respondió. Después de aprobar unas oposiciones en el Instituto Nacional de Industria, esta ciudad desde donde les escribo no era el mejor lugar para ser destinado. En Ponferrada vivían diez o doce personas que podían crearle problemas. Personas que «por dejación, por tener los ojos cerrados, o por pistoleros, por llevarse a la gente al Montearenas y a otros lugares para matarlos» desconfiaban de él. En aquellos años, el joven García Herrero, que nunca buscó venganza, leía clandestinamente Mundo Obrero «antes de quemarlo en el jardín» y sufría registros domiciliarios de madrugada. Le ponían la casa patas arriba y de los nervios, le salió una úlcera de estómago.

Reviso una vieja fotografía de José Luis con su padre. García Arias sostiene a su hijo en pantalones cortos, descalzo. Recuerdo a ese mismo niño convertido en un anciano, vestido con un chándal en su casa de Ponferrada, mientras le entrevistaba el verano pasado, al cumplirse 75 años del fusilamiento. «Cuando deje de ser/ esto que apenas soy/ no vayáis a mi lecho a poner flores/ no digáis las palabras aprendidas/ no alteréis vuestro ritmo/ y compostura (...) Todo ha de ser así/ como ha sido/ sencillo, elemental, incomprensible,/ un acto intrascendente,/ una broma pesada de la vida», escribió una vez en un poema que tituló El punto final. Y me consuelo pensando, creyendo, deseando, que José Luis García Herrero haya muerto con la serenidad que le robaron a su padre.

El punto final

El punto final ( Diario de León - 26/07/2012 )

Wednesday, July 25, 2012

Cuando en los pueblos no había esquelas

LA QUINTA ESQUINA

Cuando en los pueblos no había esquelas
Diario de León
Jesús A. Courel 25/07/2012

Cuando don Octavio Manteca alcanzó la plaza de La Chana, varias personas salieron a su encuentro. El médico venía a visitar a Fundisela Blanco. Sin embargo, las gentes allí reunidas no conocían mujer en el pueblo con ese nombre. Tras un rato de animada charla, le dijeron que la única enferma que había era la tía Jarcisa. Tras indicarle donde vivía, el médico pudo comprobar que se trataba de la paciente que buscaba. Aquel día los vecinos del pueblo descubrieron que la tía Jarcisa se llamaba en los papeles, Fundisela Blanco. Sirvió de poco porque nadie la llamó así y fue la tía Jarcisa hasta que se murió, dijera lo que dijera el DNI o don Octavio Manteca. «Una noche cerraremos nuestros ojos. Lo demás es del viento y de la espuma», que diría Leopoldo Panero.

Cuando los pueblos tenían gente, la muerte de uno de sus habitantes solía ser un momento doloroso porque la comunidad perdía a uno de los suyos. En el momento de la agonía, siempre había algún vecino o pariente que leía algún libro piadoso sobre el viaje de las almas. Se encendían cirios y se les ponían sobre el cuerpo objetos religiosos, además de rociarlos con agua bendita. Luego se daba la extremaunción en presencia de familia y amigos, casi siempre con la habitación llena de gente. En muchos casos, los habitantes del pueblo acompañaban al cura con el Viático, en una procesión improvisada desde la iglesia a la casa del que estaba en trance de morir, cada cual portando una vela en un silencio que solo rompía el sonido de la campanilla del sacristán, cada diez o doce pasos. Este cortejo de despedida, suponía el adiós solemne y triste de la comunidad a un miembro de la misma, siendo las atenciones a la familia un ejemplo de convivencia que despareció con la modernidad.

El velatorio fue terapia de grupo, alivio para el dolor familiar y para ahuyentar el miedo de cada uno a su propia muerte. Por ello, los velatorios en las aldeas fueron, en muchas ocasiones, una fiesta donde la vida se afirmaba sobre la muerte. Pero la solidaridad de los pueblos es mera anécdota en las urbes, nutridas con individualismo y enfermiza competencia, donde la prisa lo desdibuja todo. La muerte en la ciudad es materia huidiza. Hace unos días, falleció en Ponferrada José Luis García Herrero. Nos enteramos por la esquelas o las redes sociales, pero no hubo cortejo de despedida. Echaremos de menos sus escritos sobre la bárbara especulación urbanística (animada por la complicidad y el silencio de muchos), que convirtió tantas ciudades en espacios anónimos donde cualquier anciano se muere sin nadie de la comunidad le eche de menos…
Había que hacer algo.

Monday, July 23, 2012

JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERO

José A. balboa de paz 23/07/2012
Diario de León

La muerte de José Luis García Herrero me trae recuerdos de nuestra amistad, debilitada pero nunca perdida en estos últimos años, como me demostró su afectuosa carta en la muerte de mi padre. Hubo un tiempo en que aquella amistad fue más estrecha. Lo conocí en 1976 y durante diez años mantuvimos una relación casi diaria en largas reuniones políticas que, varias veces al mes, nos llevaban a León donde asistíamos al Comité Provincial del PCE. En aquellos interminables viajes hablábamos de todo, de política pero también de nuestras inquietudes y vivencias personales. Recordaba a veces sin acritud su infancia, alguna vez me habló del maquis pero nunca mencionó a su padre, y hasta años más tarde no supe que era hijo de Juan García, el último alcalde republicano de Ponferrada, fusilado al comienzo de la Guerra Civil. Nunca alardeó de ello, aunque la memoria sobre su padre era, por lo que he sabido después, muy viva.

José Luis tenía un espíritu juvenil incansable y su afán por la formación personal llamaba la atención, también la envidia de algunos. Cuando lo conocí ya no era un muchacho, me llevaba casi veinte años que no fueron obstáculo para la amistad ni el estudio. Además de las reuniones diarias, trabajaba en Endesa por la mañana y, por la tarde continuaba en el estudio de Calleja, un arquitecto muy activo entonces en el Bierzo. Pero sacaba tiempo para estudiar por libre Ciencias Políticas, que llegó a terminar con éxito en Madrid. Tenía muy buena mano para el dibujo y sabía de arquitectura y urbanismo, lo que luego le sirvió para criticar con conocimiento y rigor los muchos desaguisados que se cometieron en el urbanismo de Ponferrada. En las reuniones era meticuloso, tomaba nota de todo con letra firme y chiquita; sabía poner sentido común en las discusiones, sin extremismos, pese a lo firme de sus convicciones comunistas.

Muchas de sus críticas a la corrupción o a los desmanes urbanísticos han quedado reflejadas en sus incisivas, y no exentas de ironía, columnas de opinión. Lo de escribir le venía de lejos. En los años del franquismo, donde los medios de expresión eran escasos, dejó constancia de sus inquietudes literarias, religiosas y políticas en las páginas de Aquiana, donde uno puede encontrar poemas, artículos sobre el Vaticano II o polémicas con personajes de la época. La más sonada fue la que mantuvo con el jesuita Martín Vigil a raíz de una visita del popular escritor asturiano al Gil y Carrasco sobre el papel de la juventud. Cultivó con pasión la poesía, primero como lector, luego como autor, quizá animado por su mujer Amparo Carballo, a la que mando mi pésame. Su admiración por la obra de Celso Emilio Ferreriro, especialmente por A longa noite de pedra, era reflejo de lo mucho que detestaba al régimen de Franco, que lo dejó huérfano tan niño. Descansa en paz.

JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERO

García Herrero ( Diario de León - 23/07/2012 )

Friday, July 20, 2012

Thursday, July 19, 2012

PUNTO FINAL




El jueves, 19 de julio de 2012, a las 13:30 h. se fue para siempre el poeta de Yotuel/ El contorno del aire. Nos dejó el compañero, el amigo, el escritor. Se fue un gran ser humano al cielo de los sin cielo. Allí donde habitan las almas mudas sin infierno. Su vida y su obra quedarán en nuestro recuerdo, a salvo del olvido.





PUNTO FINAL

Cuando deje de ser

esto que apenas soy:

no vayáis a mi lecho a poner flores,

no digáis las palabras aprendidas,

no alteréis vuestro ritmo y compostura.



Retirad mis papeles de la mesa,

dad la vuelta al espejo donde estuve,

incendiad el recuerdo y aventadlo,

triturad la memoria tan inútil.



Dejadme descansar, accidentales

compañeros de un tiempo malgastado,

no quiero que de un rezo distraído

se aprovechen los hombres y los dioses

para hacer sus estatuas procesales.



Olvidaos de mí, pues es sencillo,

es fácil, es normal, así fue siempre

y nada ha de cambiar cuando me vaya.



Todo ha de ser así, como así ha sido:

corriente,

elemental,

incomprensible,

un acto intrascendente,

una broma pesada de la vida.



José Luis García Herrero (1934/2012)

del libro Yotuel, 2006


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UNA BROMA PESADA DE LA VIDA

In memóriam José Luis García Herrero,

mi compañero (19-07-2012)

Ahora que estás en ningún lugar

el vacío ocupa mis manos,

y en tu sillón se sienta la soledad.


Los papeles sobre la mesa,

las palabras aprendidas,

la memoria tan inútil…


Todo son imágenes congeladas

en el espejo donde estuviste,

y nada es normal ni sencillo.


Ahora no sé cómo recomponerme:

se descolocó el puzzle

y me faltan piezas, compañero.

Amparo Carballo Blanco




Monday, July 02, 2012

¡Fútbol, fútbol y fútbol…, y no se hable más!


La Crónica de León/ 04-07-2012
José Luis García Herrero

Los españolitos sacamos pecho ante la crisis: ¡ya somos campeones de Europa en fútbol…, y no se hable más! Pan y circo, como en los viejos tiempos, esta es la máxima que usan nuestros dirigentes que, como nos quitan el pan y la sal, nos dan más circo y fútbol. Y es que mientras haya fútbol, en este País no pasa nada porque es un País satisfecho y feliz con un alto nivel de fracaso escolar, entre otros fracasos. Así que por un lado, España entera arde de furor futbolero; por otro, se calcinan los hermosos bosques de Levante, pero estamos de fiesta y esto no ha hecho más que empezar.
Después de enterarme que los archimillonarios jugadores de la “Roja”, además del sueldazo, se han embolsado una prima de 120.000 euros (20 millones de nuestras añoradas pesetas) cada uno, no puedo reprimir los deseos de festejarlo. Vamos, que como cobran poco, los pobres están deprimidos y desmotivados y hay que gratificarlos con más dinero. Y mientras tanto, millones de parados que no pueden pagar su hipoteca sufren lo indecible para poder sacar adelante a su familia. A esos hay que decirles que, en vez de formación profesional y estudios superiores, aprendan a ser patriotas jugando al balón.
También hace unos días los aficionados ponferradinos se lo pasaron bomba, llenando calles y plazas con banderitas al viento, bombazos, carracas, y hasta humo con los colores de la Deportiva, sin acordarse que el Ayuntamiento prepara recortes económicos y un ERE drástico, siguiendo los planes de ajuste de su jefe nacional, por la gracia de Dios y de la pasividad de los ciudadanos. Y es que vivimos en una sociedad que magnifica emociones e identidades. El nacionalismo banal existente hace que a lo único que aspiramos es a comentar los goles de “nuestro equipo” el lunes en el trabajo. O, mejor, en la cola del paro. Fútbol a todas horas y se acabaron los problemas aunque nos tengamos que apretar el cinturón hasta quedar exhaustos. De este modo nos tienen entretenidos y no vemos lo que los políticos no quieren que veamos. ¡Da gloria ver cómo, en un País estremecido e hipotecado, el rojo y el azul por fin se unen gracias al fútbol! ¡Campeones, campeones..! ¡Gran éxito de España y olé!