José Luis García Herrero
Un dibujo de Castelao -expresivo como todos- representa a una campesina gallega con su pequeño hijo. El peque pregunta a su madre: –E para que son os diputados? Ella, con sabiduría de pueblo antiguo, responde: –Eu non-o sei, meu fillo. No se equivoca la nai; sabe, pero disimula; porque la clase política profesional, encastrada en el aparato general del Estado, sirve para que todo sea por la Patria, pues según ellos Patria no hay más que una (aunque algunos digan que además grande y libre). Por ejemplo, todo quisque ha visto en la prensa cómo la tanda de políticos conocidos por G-8 se ha zampado un Buen Menú después de aplazar la ayuda de los ricos a los pobres del Mundo (esa especie de ropero de San Vicente) para mejor ocasión: quizá cuando haya más ricos y menos pobres por inanición inducida. Fue un menú titulado ‘Fantasía del G-8’. No faltó nada, faltaría más: caviar, salsa de sésamo, salmón, erizos de mar, bulbos de azucena y ajedrea, ternera de Kioto, algas, salsa de sésamo, aguacate, soja, shiso, almejas, congrio, anguila, gobio en aceite de soja, sopa de marisco, pescado del Pacífico, cordero lechal, trufas, quesos, café, dulces...así hasta 19 platos. (Por cierto, lo de sésamo me suena; pero qué diablos será ajedrea y shiso). Buen Menú: cantaba antañón ‘La Coral del Ensanche’ y ‘Los Xey’. En fin, madre del peque que pintó Castelao: no todos los políticos son del G-8: ¡Qué más quisieran! Pero algo se parecen. Basta echar un vistazo a fotos mediáticas de políticos de acá y acullá, ni azules ni rojos sino todo lo contrario; y ver como, entre promesa y promesa, se ponen morados de botillo y chorizo, lacón y pimientos, pulpo y jamón, y de vino tinto berciano pues un copón.
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