Friday, April 01, 2011

Welfare State, ¿para quién?

La Crónica de León/ 30-03-2011

José Luis García Herrero


Hace unos siete años, en un elegante Club Financiero dos sujetos hablan: uno dice: “Es preciso desmontar el ‘Welfare’ europeo.” ¿Por? Indagamos: muy sencillo, porque no es posible que el ‘welfare’ pueda continuar para todos los miembros de la Unión Europea. Para quien no esté al tanto: ¿qué cosa es el ‘Welfare State’? El nombre, atribuido al economista Boulding, nombra lo que hoy llamamos Estado de Bienestar o Estado social, según nuestra Constitución de 1978. Lo que exige distribuir los presupuestos atendiendo seguridad social, pensiones, educación, etc. Además, según Amartya Sen, Nobel de Economía, en función de tres variables: “bienestar, justicia y mercado”. Pues una cosa es comprar y otra bienestar personal como objetivo. Para el valor económico, tanto el sociólogo Saint-Marc como el Nobel de Economía, Tobin elaboran varios indicadores de bienestar, incluso el titulado ”Ecuación de felicidad”. También la ONU presenta desde 1990 el Indicador de Desarrollo Humano (IDH) de cada país, que permite situar bienestar humano en relación, no siempre paralela, con el nivel de renta. Todos esos instrumentos tratan de medir el ‘Welfare’ que se intenta desmontar, dejando a los que no tienen más que sus manos con un palmo de narices frente al voraz mercado, donde gracias a los neo el que no triunfa es porque no quiere, o sea. A todo esto: ¿quién era el sujeto del club que, sin vergüenza alguna, dijo aquello de desmontar el ‘Welfare? Su nombre era y es Alfredo Sáenz, consejero delegado del Grupo Santander. Este minoico sujeto, el mejor pagado de la banca española, percibe la ridícula cantidad de 10 millones de euros, o sea, casi un millón al mes, más otros cuantos en garantía de pensiones y seguros blindados. Detrás va la familia unida de Botín, Soto, Abelló, Asúa, Arburúa, Escames; todos con su bolsa y la vida repleta de millones. Porque la Vieja y mítica Europa, sus 27 miembros, 751 diputados, Consejos, Banco Central, Comisiones y otras instancias, es cada vez más propiedad de esa clase de gente y menos nuestra. Se atribuye a Lenin la frase ‘Libertad, ¿para qué?’ Evocando tan discutido dicho, digo yo: Bienestar, ¿para quién? No cabe duda alguna.

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