Sunday, May 20, 2007

POMPAS DE JABÓN

El Mundo/La Crónica de León/ viernes, 4-05-07
Pompas de jabón
José Luis García Herrero

Hace unos 10 años traté el tema de la euforia inmobiliaria y su correlato la burbuja explosiva. Con palabras del economista Galbraith, recordaba yo entonces que «La euforia es un fenómeno recurrente que pone en peligro al individuo afectado, a la empresa en concreto y a la comunidad económica toda». Por eso ahora -cuando la pompa de jabón del mercado inmobiliario, a medias desinflado, navega a la deriva en el espacio bursátil que Conthe y su Código de Buen Gobierno deja en manos de Segura- para aquellos que desconozcan la muy curiosa historia de la “tulipamanía” quizá no esté de más repetirla, como parábola ejemplar del evidente peligro que existe para millones de familias endeudadas hasta las cejas.
Sucedió allá por 1630, y tuvo como protagonista el tulipán: preciosa planta procedente del este de Europa introducida con éxito en la apacible Holanda, cuna de la primera Bolsa moderna. Por la variedad, belleza y rareza del tulipán su valoración se elevó, en principio sólo para prestigio de selectos propietarios, enseguida como herramienta de especulación financiera. La manía inversora en bulbos produjo tan imparable incremento de su precio que un sólo bulbo, sin apenas valor monetario alguno, llegó a superar el de «un carruaje nuevo, dos caballos y un arnés completo». La simple circulación de bulbos de mano en mano y antes de plantarse multiplicaba su valor, dejando elevadas ganancias a los traficantes. Pero la euforia y su burbuja especulativa duró poco menos de siete años: los más avisados empezaron a vender, siguieron muchos más, los precios se derrumbaron. Comerciantes, miembros de la nobleza y modestos inversores se vieron fuertemente afectados en sus economías. La caída financiera y depresión consiguiente empobreció la economía holandesa durante varios años.
Así fue la llamada “tulipamanía”: primera gran explosión conocida de la euforia y burbuja especulativas. Las siguientes se han repetido con la misma y malvada mezcla de estupidez, frivolidad y astucia. Una y otra vez los “tiburones financieros”, blindados en sus burbujas, arruinan impunemente al conjunto de la sociedad con tal de obtener el máximo beneficio con el mínimo riesgo, sin formación de capital físico ni aportación de riqueza al producto colectivo. Esa euforia insensata recorre ahora como un nuevo fantasma -no precisamente proletario- el espacio inmobiliario y bursátil de una España donde el que no próspera en poco tiempo y sin esfuerzo es un fracasado: dijo aquel. Y como los árboles de la aparente prosperidad no dejan ver el bosque de la pobreza, lo mismo que pasó en Holanda con los tulipanes puede suceder en esta tierra de presuntos nuevos ricos, cada vez menos nuestra y más de la Europa de los mercaderes.
Coda.- Casi me olvido de que ayer fue el ‘Día Mundial de la Libertad de Prensa’. Pero, ¿hay libertad de prensa globalizada?

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