Tuesday, May 01, 2007

EL RIESGO DE SER ALCALDE

El Mundo/La Crónica de León/ 27-04-2007
El riesgo de ser alcalde
José Luis Garcia Herrero

En mayo florido y hermoso, como cada cuatro años, algo más de 8.000 ciudadanos -hombres y mujeres paritarios- están empeñados -es un decir- en la ingrata tarea de ser alcalde de su pueblo, prometiendo a cambio del voto cautivo una ciudad que te quiero verde, con más y mejores servicios y guarderías y puentes y fuentes y un tren ave de paso a gran velocidad: felicidad. Otros miles, asidos a las listas, aspiran a lograr el cargo de edil de cuentas, fiestas, cultura, deportes, tráfico…mejor de urbanismo: cualquiera sabe el porqué. Bien arropados bajo siglas partidarias, todos ellos opositan a sillas curules del Estado. Verborreicos, exultantes, incansables, van de aquí para allá repartiendo abrazos, besos y achuchones a voleo, a veces a niño incluido, siempre con la sonrisa puesta a punto y la frase lapidaria preparada para entusiastas corifeos y su batir de palmas. Son tan majos, tan así, que dan ganas sin ganas de votar sin preguntar nada, sin mirar a quien, sin dudar un solo instante. ¡A cuento de qué iban a querer ser alcaldes y concejales abnegados sin una vocación de servicio a prueba de dimes y diretes, desinteresada, sólo por amor a la patria grande, mediana y chica! No hay más que ver el evidente riesgo que conlleva el inestable empleo de alcalde, pese a estar bien remunerado. Además de ser, en términos jurídicos, un empleo temporal, eventual, por obra o servicio determinado, a tiempo parcial, en prácticas, en formación…por su precariedad puede calificarse, en la jerga laboral, de contrato basura. Puesto de trabajo expuesto a mociones de censura, sospechas de prevaricación, clientelismo, red de influencias, información privilegiada y su correlato de querellas, denuncias, sentencias judiciales. Esta amenaza incrementa el ya pesado fardo que soportan sus estoicas espaldas. Sabe un rato de recalificaciones de suelo, revisiones y de todo lo que ofrece fuertes ingresos y plusvalías. Sabe de inauguraciones, terminación de obras y corte de cinta con banderita española y tamboril. Sabe de fiestas patronales, misa y procesión, ofrenda y homilía. Sabe de condecoraciones, premios, medallas, insignias y trofeos. Sabe presidir actos municipales, dando por la tangente una de cal y otra de arena a la oposición. Aunque parezca raro, esto produce intensas preocupaciones, estrés, infinitas horas de trabajo, poco sueño: al alcalde. Peor aún: si después de unos pocos años de poder y gloria no se renueva el contrato político-social puede encontrarse sin rol ni estatus que llevarse a la faltriquera. A no ser que una nueva y privada parte contratante del ramo vea el ‘currículo vitae’, y dándose cuenta de lo mucho que sufren los que mandan por sólo un puñado de míseros euros, decida contratar ‘ipso facto’ al impoluto personaje por tiempo indefinido como experto en negocios inmobiliarios y desarrollo urbanístico.

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