Sunday, December 04, 2011

El riesgo de la prima y la deuda metódica



La Crónica de León, 07-12-2011

José Luis García Herrero
Aunque ya he escrito sobre el asunto de la euforia financiera y sus nefastas consecuencias, no está de más, en estos tiempos de crisis global, volver sobre el caso de los tulipanes y el destrozo que produjo su introducción especulativa en la apacible Holanda del siglo XVII.
Según el diccionario: euforia es un estado de ánimo propenso al optimismo; y también es un fenómeno económico recurrente que pone en peligro al individuo y a la comunidad toda. Como el aviso alerta del peligro real de la nociva euforia, recordaba yo hace años la historia de la primera explosión especulativa conocida: sucedió en Holanda, cuna de la primera Bolsa moderna, cuando se introdujo en 1630 el tulipán procedente del Este de Europa. Por su escasez, variedad y belleza, enseguida se convirtió en instrumento de rápidos beneficios, ya que la simple circulación de bulbos dejaba elevadas ganancias a la especulación financiera. Esta euforia y burbuja duró unos siete años, pero el colapso y depresión económica afectó a la economía holandesa durante muchos más. Parecidos episodios se han repetido con la misma astucia y frivolidad para obtener el máximo beneficio con el mínimo riesgo, sin creación de riqueza ni aportación al producto colectivo, empobreciendo impunemente al conjunto de la sociedad. Esta vez, en la España manirrota, pues de un alegre salto mortal hemos pasado de satisfechos burgueses inmobiliarios a pobres hipotecados; de la euforia a la depresión, crisis, deudas, primas de riesgo y cualquier otro palabro. Como para muestra basta un ‘botín’, basta echar un vistazo a la burbuja financiera del urbanismo en Ponferrada y a ese patio de Monipodio llamado Pongesur, endeudados hasta las cejas. Porque a ver dónde están los habitantes y euros que faltan para traficar con tantas nuevas viviendas en La Rosaleda, la Ciudad de los Muchachos, la Ciuden y su entorno con o sin CO2. Sin saber quiénes se forraron y de dónde sacaron para tanto como destacan. Y es que “el capital industrial es Dios Padre que ha dejado como Dios Hijo al capital comercial y bancario, y el capital monetario es el Espíritu Santo: son tres pero uno sólo en el capital financiero”, dijo Hilferding.

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