La Crónica de León/22-06-2011
José Luis García Herrero
Hace tiempo, cuando no había televisión, los aristotélicos, escolásticos y tomistas entretenían sus horas preguntándose si el ser era esencia, existencia o qué. Pero en esto llega Carlos Marx, y quiso zanjar la disputa: somos lo que somos según la forma de producción, pues la conciencia de los seres humanos la determina la superestructura económica. Algo más tarde aparece Ortega y matiza diciendo: Yo soy yo y mi circunstancia. Otros maestros del ser o no ser, precisan: Somos lo que comemos, pues en función de la cantidad y calidad ingerida, basta un espejo para decir: Ese soy yo, y ya está; quedando encantados de conocerse. Pirandello, que era italiano, escritor y Nobel, explica en una de sus obras que somos, ni más ni menos: uno, ninguno y cien mil. Lo cual, según como se mire, puede ser mucho, poco o nada; de ahí, el Ser y la Nada de Sartre. Viendo que hasta Gabriel Celaya protesta en sus versos porque no nos dejan decir que somos quien somos, buscando otros decires, da uno con las máximas 592 y 599 de Camino, el libro del Opus Dei; y atónitos leemos que somos, vaya por Dios: polvo sucio y caído, depósito de basura, cacharro de los desperdicios. Para recuperarse del susto fundamentalista, este raro uno que aspira a ser algo, busca fuentes menos abruptas, y encuentra una. Se trata de la cantante Marta Sánchez, que en eso de identidad personal ha descubierto que ella no tiene circunstancia que le fastidie, se basta a sí misma. Lo dice, y canta en un trabajo musical: Soy yo. Mira por donde cómo la bella Marta ha despejado la permanente equis del yo sin más. Con este pensamiento reposaba cuando la voz metálica de la Once anuncia proféticamente: Vas a ser tú. Cómo, yo voy a ser yo, exclama exaltado el alienado ente que quiere ser cualquier cosa mejor que esa o aquella. Tú vas a ser tú, precisa la voz, cuando seas millonario en euros. Porque entonces podrás decir con fundamento: yo soy yo y mi circunstancia.
Ahora esta claro. Siendo circunstancia igual a dinero; y yo igual a yo sin circunstancia, la metafísica ecuación queda explicada: alguien, en algún lugar de la superestructura, ya es él... si los «Eres» patronales lo deciden. Vale y ya está.
Ahora esta claro. Siendo circunstancia igual a dinero; y yo igual a yo sin circunstancia, la metafísica ecuación queda explicada: alguien, en algún lugar de la superestructura, ya es él... si los «Eres» patronales lo deciden. Vale y ya está.
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