Sunday, October 26, 2008

LA NARANJA MECÁNICA

La Crónica/ Viernes 24-10-08
José Luis García Herrero

Es el sugerente título de una dura película de Kubrick según novela de Burgess. Lo cual no tiene nada qué ver, salvo el color, con los autobuses de Ponferrada -o de Begar & Company, vaya usted a saber-. Unos de tamaño mediano, que dan vueltas y vueltas con un par de pasajeros o ninguno. Otros mastodónticos naranja llevando de acá para allá algunos más o simplemente vacíos, siempre pocos en relación a los miles de coches con un solo conductor que saturan calles, avenidas y bulevares de los sueños perdidos, dando la egocéntrica imagen de que Ponferrada es una ciudad centenaria, milenaria o sólo pueblo grandón con rotondas de hierbas, surtidores y a veces busto. Pero faltan próceres de las artes y letras venerados; sobran cachivaches, jardineras y bolardos y trastos verticales. Faltan policías para el orden y respeto ciudadano. Sobra desorden y meadas y escupitajos; papeles, chicles y colillas; pintadas, carteles y excrementos -no perros: sí sus amos más bien guarros e inciviles-.
Claro está, como iba diciendo, sobran los gigantescos autobuses deshabitados y falta la necesaria frecuencia de medianos autobuses públicos. O sea, sobra lo privado y subvencionado a costa de todos: como los aviones de León, y si me apuran un poco hasta el Ave tan llorado. Pues con mejores trazados, orden y concierto, vale y llega con el Alvia y el tren de mercancías para esta España antigua y ferrovial de diecisiete esquinas cercanas. Una España de cerrado y sacristía que ora y embiste, que suma siglos -y me llevo tres- esperando que amanezca de verdad; esperando no a Godot, sino un mañana serio y su poeta; su mármol y su día; su eterna y pagana juventud. Qué remedio: siempre recordando a Antonio Machado.



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