Wednesday, February 27, 2008

VOTANDO A BRÍOS

El Mundo/ La Crónica de León/ viernes, 12-02-2008
José Luis García Herrero
Votando a bríos

Desde la más remota antigüedad todo el mundo sabe, o cree saber por tradición secular, que el oficio de gobierno es, al parecer, agotador, imprescindible, sacrificado. Sin embargo suele ser muy disputado por la colectividad humana a la cual el mandamás de turno ofrece su heroica y desinteresada vocación de servicio. Tal vez porque todo gobierno de patrias habidas y por haber conlleva elevada posición social, poder y futuro garantizado por el neoliberal Estado de Derecho: inescrutable lugar político donde casi siempre el fin justifica los medios, singularmente para demócratas de reciente hornada. El oficio de oposición, de ser y aún no estar, participando de supuestas virtudes teleológicas y beneficios, es poco valorado por una gran parte de la sociedad, que no entiende bien eso de resultar ingrato mandar o no.
Ahora mismo, y serán diez desde aquel lejano 1977 posdictadura, tropecientos aspirantes al señorial voto de diputado áulico, esperan alegres y confiados tomar asiento en los sesteros sillones de las Cortes Generales hispánicas. Entretanto, meten bulla, ensayan gestos y poses, hacen frases, prometen el pan y la sal…hasta se descorbatan. Viéndolos así, tan populares, se diría están predispuestos a llevar y seguir llevando sobre sus recios hombros políticos, con ilusión e indefinidamente si fuera posible, el pesado fardo de servicio a la comunidad en todos sus estratos. Por eso, antes de tener la sartén por el mango, los habituales muñidores del nuevo orden mundial pueden prometer y prometen cosas a mogollón, una suerte de pacto político de mala memoria y cumplimiento dudoso. Para muestra puede valer un botín, perdón un botón, de entre todos los botones del mercado. Después no hay paco que valga, ni rebaja capaz de exigir a los elegidos -por ejemplo los del cambio del cambio- un amplio debate para unidad de acción política de la izquierda realmente existente sobre participación ciudadana, cohesión social, desequilibrios territoriales, inversión en sectores estratégicos de carácter público, urbanismo y vivienda, seguridad y justicia, integración social, medio ambiente y sostenibilidad, ampliación y mejora de servicios públicos, educación, sanidad, reducción de la indecente brecha entre ricos y pobres, fiscalidad progresiva…Objetivo: lograr una sociedad estrictamente civil y avanzada, sin certificados de buena conducta ni de españolismo rancio con olor a moralina obispal.
No vaya a ser que un día festivo nos deje estupefactos un sonoro ‘galope de Almagros y Pizarros y Valverdes’: algo así dijo Pablo Neruda en su Canto General. Además, de tener que repetir aquel certero dicho de José Saramago: ‘Nadie se engaña mejor que cuando consiente que le engañen otros’. Sobre todo si esos otros, iguales o semejantes, participan de la misma idea histórica de progreso, libertad y paz.

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