Wednesday, February 27, 2008

AGUA DEL DIABLO

El Mundo/ La Crónica de León/01-02-2008
José Luis García Herrero
Agua del Diablo

En febrero 2001 escribí de Bangladesh, un lugar situado al sur de la India y China, en el Golfo de Bengala; tiene 142 millones de habitantes: casi 1000 por km2; una esperanza de vida de 58 años; una renta de 370 dólares por habitante; y su índice de Desarrollo Humano (IDH) está en el nivel 138 de 177. Un proyecto de ayuda internacional de los años setenta, para suministrar agua potable a 68.000 aldeas mediante perforación de diez millones de pozos, dio como resultado que más de la mitad tenía una concentración de arsénico superior a 100µg/l. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cientos o miles de personas podían morir por envenenamiento, porque nadie valoró esa elevada concentración de arsénico en aguas subterráneas, capaces de captar depósitos de arsénico antiguos. Algo que la sabiduría popular sabía, al calificar el agua profunda de ‘Agua del Diablo’. Además, aunque las autoridades conocen desde 1985 el grave problema del arsénico, la comunidad internacional sólo se dio por enterada al aparecer los primeros síntomas en 1998.
Otro lugar algo menor que Bangladesh se llama Nistal de la Vega, situado al sur de la maragata Astorga tiene unos 300 habitantes y su esperanza de vida, renta y posición en el IDH no está nada mal: vamos, como España hoy. Pero tiene algo en paralelo con Bangladesh, pues también Nistal de la Vega es noticia por el agua envenenada procedente de pozos construidos hace tres años por la Junta de Castilla y León. Y aunque desde agosto de 2007 ya se conocía los 101µg/l de concentración de arsénico en el agua (la OMS admite como segura 10µg/l) los informes de septiembre, octubre y noviembre desaparecen misteriosamente, y los informes del 2 de enero, advirtiendo del riesgo, no llegan al ayuntamiento de San Justo de la Vega, señor Vázquez, hasta el día 23. El delegado territorial de la Junta, señor Fernández, califica el caso de «grave fallo en la cadena de trasmisión»; y a la vez que reconoce el mal funcionamiento del Servicio Territorial de Sanidad, a cargo del señor Travieso, asegura que se «pedirán responsabilidades, no hay excusa alguna, llegaremos hasta el final». Pero el señor Travieso, sin inmutarse, erre que erre: «los índices de contaminación no son alarmantes»; y la tardanza en llegar los informes: «un fallo del servicio de Correos». Entretanto la Junta, acaso bebiendo aguas puras de Babia, sin enterarse, porque el citado no lo puso en conocimiento del Ayuntamiento ni de la Junta ni de la Diputación. Al parecer, tampoco el consejero de Sanidad, señor Guisasola, sabía nada. Entonces, ¿a quién pedir responsabilidades?
Como dijo el recordado Vázquez Montalbán, he aquí otra «metáfora de la civilización del desprecio, de la pulsión del beneficio como dictado fundamental de la conducta». Quizá los vecinos de Nistal de la Vega logren poner a cada quisque en su sitio. Y que lo veamos.

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