Tuesday, January 02, 2007

LAS COLUMNAS DEL TIEMPO

El Mundo/La Crónica de León/ Viernes 22-12-2006

José Luis Garcia Herrero

Las columnas del tiempo

Mira por donde se termina el año 2006 en un par de días, aquel que tan largo parecía cuando las doce campanadas abrían el misterio del tiempo por venir, el zigzagueante futuro, las ácidas o dulces uvas de cada día echadas al viento de la libertad. De pronto me ha dado la venada de un paseo por mis propias columnas de los viernes durante ese año, empezando por una estadística simbólica. Colocando las 52 en vertical resulta una columna de 18 metros de altura con unas 125.000 palabras combinadas para contar cosas de la vida que pasa, donde la crítica, también la información, configuran un análisis radical, entendiendo radical por raíces e ideas que pretenden aportar algo, palabras más o menos ajustadas a una realidad que agrada, disgusta o tal vez ni siquiera es realidad.
Trece columnas para hablar de la acción política del urbanismo, del Plan General y las tropecientas alegaciones sin futuro, de la agencia de negocios inmobiliarios Pongesur y sus mil millonarias inversiones, del temor a la especulación y de su hermanastra la epidemia de la corrupción. Seis columnas dedicadas al medio ambiente, el ruido, la contaminación del aire y, claro está, al Prestige y los incendios forestales de Galicia, las riadas, el mar. Una columna a los niños y esos juguetes que a veces divierten y otras, tan peligrosos, matan. Dos a Dios y su representante en la Tierra, singularmente cuando se apareció en Alicante: es un decir. Una al sistema sanitario con dos caras: la fea cuando se llama, como ironizara Amando de Miguel, ‘In-salud’. Tres, y fueron pocas, a la crisis del pequeño comercio tradicional agobiado por esas grandes superficies que tanto miman los neoliberales de acá y los de la Junta de allá. Otras tres a la recuperación de la Memoria Histórica: sí, hombre sí, esa de la Guerra Civil censurada. Cinco columnas a la política neoliberal general y su mimetismo local. Cuatro para comentar los letales efectos de la privatización total de servicios esenciales y estratégicos cuando se entregan a los vaivenes de un mercado que ni es libre ni competitivo, sino manipulado. Quizá por esto, cuatro más para hablar de ricos y pobres, o sea, de unos pocos muy ricos a costa de millones de muy pobres. Dos columnas en defensa de los derechos y libertades, más unos que otros y todos disfrutados a medias. Una columna al enredo de las llamadas lenguas propias, dialectos o simplemente deliciosos arcaísmos sin más. Otra a las loterías y fiestas religiosas en un país presuntamente aconfesional. Seis, y son escasas, sobre el habitual maltrato a los animales, especialmente en la mal llamada fiesta nacional de los toros, afortunadamente en decadencia y abandono por todas las personas a las que les disgusta la tortura como espectáculo.
En fin, eso es todo y ustedes disculpen. Buen fin de año y a esperar las cosas que siempre vienen escondidas en el próximo 2007.

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