José Luis García Herrero
El sistema decimal
La peste de la corrupción urbanística municipal parece endémica. Su representación gráfica afecta a bastantes autonomías y partidos llamados democráticos: a unos más que a otros. La infestación se extiende con diferente gravedad sobre costas de Galicia, Andalucía, Valencia, Cataluña, interior de Castilla y León, Madrid, Logroño…Y lo que está por ver, si una terapia ‘ad hoc’ no lo remedia. De los ocho mil y pico ayuntamientos, muchos se han puesto a la sombría tarea de urbanizar, recalificar, programar suelo a tutiplén, convirtiéndose sin vergüenza alguna, de forma directa o instrumental, en amos, gerentes y agentes de la propiedad inmobiliaria de su territorio, con pretexto de todo para el pueblo aunque sin él: pues con alguna que otra pavimentación, farola y chirimbolo distrae su atención del tejemaneje perverso.
Visto que algo más que mal huele que apesta en las patrias chicas, va el Psoe y cual progre Moisés se saca de la manga -ignoro si izquierda o derecha- un Decálogo o Diez Mandamientos para muñidores municipales, que traducido al lenguaje común dice algo así: 1º Amarás la función social de la vivienda sobre todas las cosas. 2º No hablarás de ciudades habitables en vano. 3º Facilitarás ciudades equilibradas. 4º Honrarás el patrimonio natural y ecológico. 5º No premiarás cantidad sobre calidad. 6º No realizarás adrede crecimiento urbano desordenado. 7º No especularás con recalificaciones. 8º No prevaricarás al ejercer la gestión urbanística. 9º No tendrás apetencias impuras de plusvalías personales. 10º No quebrantarás la ley por codicia. Estos diez mandamientos se resumen en dos: amarás lo social sobre todas las cosas y al pueblo como a ti mismo. Los infractores deben entregar sus plusvalías, pedir perdón a las víctimas y ser fieles al sistema decimal expuesto.
Nada más publicarse este Decálogo, parece ser que un llamado Francisco Hernando, alias ‘El Pocero’, sufrió tal ataque de contrición y pánico que ha decidido regalar su megayate de 72 metros de eslora, valorado en 60 millones de euros, a la Marina Española para misiones humanitarias. El PP ha respondido por boca de sus tres augures como siempre: a mi, plim.
El alcalde de Ponferrada, a su aire él, ha dicho que tanto la Torre de la Rosaleda como el nuevo Centro Comercial responden a una regeneración urbanística, «suponen un impulso de modernidad para Ponferrada, y eso se nota». Se nota porque la torre se podrá ver «desde 50 kilómetros de distancia», y el Centro Comercial representa «la continuidad del liderazgo de Ponferrada en el occidente de la provincia de León y del oriente gallego». Vale.
No cabe duda. Como declamó el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor: «En resumen lo digo, entiéndelo mejor; / el dinero es del mundo el gran agitador, / hace señor al siervo y siervo hace al señor, / toda cosa del siglo se hace por su amor». Lo dicho.
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