Saturday, March 24, 2012

A propósito del Día Internacional del Agua

La Crónica de León/ 28-03-2012
José Luis García Herrero
En el XIX, un tal Bellamy, contó que había un lugar seco llamado Raizame, donde el pueblo tenía gran necesidad de agua. Los más insociables descubrieron fuentes y almacenaron agua. Cuando la sociedad la pidió para no morir de sed, los organizaron: unos a trabajar en manantiales; otros a transportarla; otros a construir depósitos que llamaron Mercado. Dijeron: -Por cada cubo de agua os daremos un céntimo; por cada cubo que necesitéis pagaréis dos céntimos. La diferencia es beneficio por almacenar y conservar el agua.
La propuesta pareció bien y se pusieron a la tarea. Como los aguadores eran muchos, después de varios días los depósitos rebosaban y los amos ni contrataban ni obtenían beneficios, pues el pueblo no podía comprar el agua que habían llevado. Así que la sed era cada vez mayor porque los capitalistas eran dueños de todos los manantiales, de forma que nadie podía conseguir agua fuera del Mercado. Entonces los amos llamaron a los políticos, expertos en el arte de hablar con oscuridad. Unos decían que era por culpa del stock; otros por superproducción. Por fin la llamaron crisis económica. Los capitalistas explicaron que habiendo mucha agua almacenada no se podía pagar a los aguadores. Pero los agitadores dijeron al pueblo que se asociase y organizase su trabajo para no depender de los capitalistas. “Con el exceso de agua podéis construir surtidores para todos e incluso piscinas”. Los adivinos de la ciencia lúgubre y los señores de la guerra que defendían a los capitalistas oyeron esto, y amenazaron. Pero el pueblo aplicó el consejo y nadie tuvo sed en Raizame, ni hubo hambre ni guerra, porque todos eran iguales y juntos vivían en paz: es la parábola de Bellamy.
Lo cual recuerda que el 22-03-2012 fue Día Internacional del Agua, y que España sufre la mayor sequía desde hace décadas. Sin embargo hay agua suficiente, aunque es preciso corregir su mala distribución y gestionar mejor un recurso limitado, ligado al modo de producción. Reducir el despilfarro por averías y mal uso; mejorar la salud de los ríos; implantar una cultura del agua, antes de que sea demasiado tarde y las multinacionales se apoderen, la almacenen y conviertan en mercancía.

Tuesday, March 13, 2012

Continua la pertinaz sequía



La Crónica de León /14-03-2012

José Luis García Herrero


Cuando el franquismo, los males del campo español se atribuían descaradamente a la pertinaz sequía. Era una frase hecha, para ocultar una contrarreforma agraria que había reducido el campo a un régimen más propio del pasado que del presente. Hoy, las catástrofes naturales se atribuyen siempre al cambio climático.
La pertinaz sequía era una figura retórica que dejaba en manos de Dios los crímenes del franquismo. Se trataba, pues, de una entelequia religiosa. Por su parte, el cambio climático ha perdido esa impronta, admitiendo que en gran medida, es consecuencia de la acción humana y que la humanidad puede corregirlo. Estamos, pues, ante una figura que se inscribe como propia del despotismo: desviar la atención ciudadana de los problemas sociales. Sin embargo hace falta estar ciego, tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio, cal viva, arena hirviendo, escribió Alberti, para no ver que la pertinaz sequía que ahora nos castiga tiene sus raíces en las antiguas teorías. Mientras, los políticos siguen hablando sin ofrecer nada más que palabras vacías y presuntas soluciones autoritarias, vuelven los incendios forestales a arrasar lo poco que quedaba de bosques y especies naturales.
Sobre esto se organizaron hace años en Valladolid unas jornadas con título «Los Ríos y las Ciudades». Urbanistas, ingenieros y geógrafos trataban de armonizar la ciudad y el río, aconsejando sustituir el arbolado seco por propio de ribera, respetar la dinámica fluvial, la riqueza biológica y paisajista del espacio. Además, en el estudio se pretendía recuperar las márgenes de los ríos para disfrute del microclima de la ribera con su vegetación. Sin embargo, eludiendo el impacto ambiental y a pesar de la pertinaz sequía, se continuó la tala masiva de vegetación, tanto del humilde hierbajo como del centenario bosquecillo de ribera. Resultado: una catástrofe. Como hace tiempo dijo García Trapiello: A nuestros ríos los vestirán de cemento y jardinete; y a eso llamarán recuperación fluvial. Lo cual, redondeó irónicamente el profesor de la Facultad de Biología de Universidad de León, Dr. Garnica: “la culpa la tienen los ríos, que tienen la manía de pasar por las ciudades”.