José Luis García Herrero
Día de la Raza; Día de la Guardia Civil, la de los caballos negros son y las herraduras son negras; Día de la Virgen del Pilar -para los amigos: La Pilarica-; Día Nacional de España; Día de la Hispanidad; Día del Descubrimiento de América; Día de Cristóbal Colón y los Reyes Católicos... No se olvide que, en la España de 17 ó 19 Autonomías, el 12 de octubre se denomina Festa Nacional d’Espanya, en catalán y valenciano; Festa Nacional, en gallego; Espainiako Jai Nazionala, en vasco, y así sucesivamente en cada Comunidad de la compleja estructura política más o menos independiente: sea región, nación, provincia o simplemente comarca. Ahora se limita a ser un día más de la memorable Santa Crisis Financiera, prólogo de la agonía y hundimiento del sistema capitalista neoliberal, global y depredador. Como además, según el calendario gregoriano octubre se ha disfrazado de agosto, el día 12 no es un día cualquiera sino un día especial para coger un puente, quizá más bien un viaducto, y tomarse las de Villadiego (-¿Crisis financiera a mí? ¡Anda ya!) e ir de aquí para allá en coche, moto, tren, o autobús, pensando alegre y confiado en que la mala suerte del porrazo no le toque demasiado las narices y otros órganos más o menos activos y necesarios. O sea que a cada cual le proteja y bendiga su dios particular e intransferible, que se lo pase pipa allá adónde vaya y que al regreso feliz le toque la lotería nacional en cualquiera de sus versiones aún no privatizadas. Si no puede ser, pues que Rajoy, González Pons y Sánchez Camacho, al alimón, le aseguren un empleo vitalicio, incluyendo su pensión blindada al estilo de los parlamentarios, senadores, banqueros y otros servidores abnegados de las patrias grandes o chicas, además de sanidad y educación pública a todos los niveles: única forma de pensar que la Patria es cosa de todos, además de una grande y libre de hipotecas y rescates.
En fin, como cantaba, a voz en grito, aquel del carro y la “minifarda” de su novia, entre toros, fandanguillos y alegrías se oye este refrán: "La vida tiene otro sabor y España es la mejor. Y en las tardes de sol y toricidios la gente canta con ardor: ¡¡Que viva España!!"
En fin, como cantaba, a voz en grito, aquel del carro y la “minifarda” de su novia, entre toros, fandanguillos y alegrías se oye este refrán: "La vida tiene otro sabor y España es la mejor. Y en las tardes de sol y toricidios la gente canta con ardor: ¡¡Que viva España!!"
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