Sunday, May 02, 2010

ATENCIÓN AL CLIENTE

La Crónica de Leon/ 27-04-2010
José Luis García Herrero

Veamos, por ejemplo si usted quiere llamar por teléfono a alguien, sea su prima Celestina o el propio Sursum Corda, acaso a una empresa de gran implantación y, por un motivo cualquiera, no conoce el número, ¿qué haría? Aparentemente algo muy sencillo: llamar al que se dice Atención al Cliente y solicitar información. Acto seguido le indicarán un 902 de pago. A pesar de ello, como necesita contactar, va y llama. En primer lugar oye música y una voz pregrabada advierte que pulse el 1, si es para tal cosa; el 2, si es para otra cosa; el 3, si es para… Así sigue la letanía hasta que acierta a marcar el número correcto. Y entonces otra voz le proporciona muy deprisa otro número. Si uno es muy hábil, paciente, y consigue anotarlo al vuelo, marca el número. La dichosa voz de marras va y dice: “Todos nuestros operadores están ocupados, por favor, espere...” De nuevo más fondo musical…, hasta que por fin ocurre el milagro: una amable señorita, esta vez de carne y hueso, facilita el número deseado, rogando que no se retire, pues le van a hacer una pregunta para valorar la atención prestada. Uno da las gracias, accede, espera y desespera y valora. Comprobando con indignación que el número no es diferente del primero al que llamó al principio, así que seriamente irritado ,jura en arameo antiguo acordándose -es un decir- de la madre que parió la privatización. Marca otra vez el número. Espera, desespera, oye más música y otra voz grabada le da instrucciones: marque 1, marque 2, marque el 3, marque el 4... Y comienza de nuevo la historia, aumenta el cabreo y exclama: ¿hay alguien ahí? Contesta el silencio. Ya ni música, ni números, sólo pitidos. Explicación: los teléfonos de presunta información son números de empresas privadas, creadas con ánimo de lucro y sin ninguna intención de prestar servicio sobre cualquier tema específico necesario, tanto si es una corporación especializada, o por lo general un ente público. De esta forma el usuario que demande información específica, se convierte en víctima de una red que, en lugar de minimizar, complica la gestión hasta extremos estresantes. Por eso uno se pregunta si está en la era de la información o en la desinformación, pues ¿adónde llamar para ser atendido con eficacia y rapidez? Sin embargo, como necesita hablar con urgencia, insiste: llama de nuevo al servicio de Atención al Cliente… Por fin consigue una larga lista de números. Pero, ¿qué número utilizar para lograr la comunicación deseada? Llegado a este punto, uno se siente incapaz de resolver la situación, y suelta un taco, ahora en arameo moderno.

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