Tuesday, February 02, 2010

LA MEDICINA PÚBLICA Y PRIVADA

La Crónica de León/19-01-2010
José Luis García Herrero
Ahora no sé, pero hace cinco años 2.500 bercianos hacían cola esperando una intervención quirúrgica en el Hospital del Bierzo, allá, al fondo de lo urbano. Puestos en fila india, una hilera de pacientes de casi kilómetro y medio, número semejante a los habitantes que se pretendía encajar en La Rosaleda, antes de que la crisis inmobiliaria aproximara ese número a los que la ley permite. Siguiendo con semejanzas, los 2.500 bercianos quejicas, dispuestos a operarse equivalen a casi 300 equipos de fútbol, a cien veces los concejales del Ayuntamiento de Ponferrada, etcétera. Esto sirve para darse cuenta que son muchos los bercianos y las intervenciones quirúrgicas, de más o menos gravedad. Estos números redondos, producen en la clase política frases antológicas, que luego entrecomilla la prensa. Por ejemplo: «Son operaciones que no son de hoy para mañana, ni corre peligro la vida del paciente». «Como la población va envejeciendo cada vez hay más gente con necesidad de operaciones, y algunas como cataratas, las da la edad»: dijo el siempre justificativo delegado territorial de la Junta. Cuando no son intervenciones quirúrgicas, pero sí consultas de urgencia, las explicaciones se parecen: «Son épocas malas porque son épocas de fríos y se reagudizan patologías de la población de edad avanzada, pero ahora llevamos días que, no es que estemos absolutamente bien como en verano, pero bastante aceptable»: razonó a su manera la dirección del Hospital del Bierzo. No cabe duda, el problema de las heroicas colas no está en el servicio de emergencias urgentes ni en el Hospital ni en la falta de organización y personal ni en la privatización de la medicina. La cuestión está en la provecta edad de los recios bercianos del noroeste, los cuales se empeñan contra todo pronóstico estadístico en dar un corte de mangas a las tablas de mortalidad, a los efectos combinados del tabaco, el alcohol, la televisión, el botillo y los demonios de cada cual. Sin olvidar que una gran parte sufre el síndrome de Moliere, o sea enfermos de aprensión después de leer las contraindicaciones de los medicamentos, mientras esperan la resolución jurídica de La Rosaleda. Por eso no es raro que algunos médicos se resistan a dar partes de baja, tal como expresaba la prensa el otro día. Una manera como otra cualquiera de reducir las listas de espera.

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