Tuesday, January 06, 2009

EPIFANÍAS, EPIDEMIAS Y EPIFENÓMENOS


LA CRÓNICA DE LEÓN/ 6-01-09
José Luis García Herrero

1.- Con la vida que toca disfrutar, soportar o ni fu ni fa, estamos, casi sin darnos cuenta, en otro nuevo año que ahora se dice 2009 para despistar. Porque no es nuevo ni viejo ni tiene color, simplemente es como otro año cualquiera. Mejor sin mirar atrás, pues como dijo León Felipe: “¿Quién lee diez siglos en la historia y no la cierra al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha? / Los mismos hombres, las mismas guerras, / los mismos tiranos, las mismas cadenas, / ¡Qué pena, / que sea así todo siempre, de la misma manera!” Por eso hoy, en este epifánico seis de enero, con el fin de amargar la fiesta al satisfecho de haberse conocido cada día, hablo de la endémica epifanía de la guerra: ese monstruo apocalíptico de destrucción y muerte. Cuenta Editorial Acento en “Las Guerras Olvidadas”, que en 1997 hubo unos 50 conflictos armados, 50 millones de desplazados, 120 millones de minas esparcidas, 30 millones de mutilados... Desde entonces, cada vez hay más conflictos por el poder territorial, religioso, político: la mayor parte en los países pobres del mundo. Ahora, se mire como se mire, la descomunal barbarie de Israel contra Palestina: “Apenas parece creíble que haya hombres que puedan atreverse a tomar sobre sí la responsabilidad de las muertes y asoladora destrucción de la guerra”. Pues haberlos haylos, aunque asombre a Juan XXIII en la “Pacem in Terris”. Este Papa bueno -estimado hasta por los que elegimos laicidad- añade: “Nada se pierde con la paz; con la guerra, todo puede perderse”. También las libertades y el bienestar económico: explica John M. Keynes en “Las consecuencias económicas de la paz”.
2.- ‘Qué profunda emoción recordar el ayer, qué callada quietud, que tristeza sin fin, ni la Luna al pasar tiene el mismo fulgor, que triste y sola estás’: cantaba El Puma a Venecia. Yo lo aplico a la Plaza del Ayuntamiento de Ponferrada o Plaza de la Desolación. En verano, la Plaza se convierte en parrilla de Lorenzo: así se llama, sin san ni son, el Sol berciano. En invierno, cuando cae la noche y el músculo duerme, la Luna Catalina convierte la Plaza en un epifenómeno crepuscular, un mal urbanismo con petulantes farolas de sucios cristales dejando escapar hilillos de luz al estilo Rajoy.
3.- Sólo para no olvidar que en medio de tanta epifanía está la brutalidad de la guerra, la crisis económica, la gripe a la española... ¡En fin, feliz 2009!

_________________________________________________________________
José Luis García Herrero es Sociólogo. Lcdo. en Población y Ecología Urbana.

No comments: