Sunday, January 13, 2008

SOLSTICIO DE INVIERNO

El Mundo/ La Crónica de León/ Viernes, 28-12-07
José Luis García Herrero
Solsticio de invierno

Una, dos y tres: se acaba otro año, a la vez que el acervo de los recuerdos y el contorno del aire de la gente familiar y amiga se diluye al son triste de los calendarios agotados. Parece que el mundo se hace más pequeño, que los días pasan rápidos haciendo trampas al tiempo con absurdos buenos deseos al prójimo, el cual se mira estupefacto por tanta felicidad propia en medio de la pobreza inmensa de todos los excluidos de la gran tarta con derecho reservado de admisión. Cómo entender tanto despilfarro, comilona y bebercio, tanto insufrible cántico sin poema, tanta matanza de inocentes animales cuanto más tiernos mejor: cochinillos o corderos, faisanes o pavos, capones o conejos, qué más da en la gran fiesta celebrativa de nadie sabe bien qué efemérides, qué sacrificio ritual, qué juerga, qué paladar sin alma rellenar. Tiempo de satisfacción donde casi nada encaja. Así, por información estadística se sabe -en números redondos- que dentro de una España fragmentada por nacionalismos supuestamente democráticos y falsas identidades históricas e insolidarias, se dan al unísono dos variables aparentemente antagónicas. Por ejemplo, que es cada vez mayor el número de personas de 65 y más años respecto del conjunto de la población total (o sea, más del 20%, unos ocho millones) que están al margen del sistema productivo. Que Castilla y León, es una de las comunidades autónomas más envejecidas, y al mismo tiempo y en parecidos porcentajes la que presenta las más altas tasas de umbral de pobreza, cuando no de absoluta marginación social. Todo lo cual coincide, quién sabe su rara lógica interna, con la alta correlación del compulsivo gasto (cercano a unos 3.000 millones de euros) en el sorteo recaudatorio de la lotería de Navidad. Estudios y comparanzas a repartir entre la biología, la economía, la sociología y sus derivaciones demográficas y políticas.
El gran poeta civil Manuel Curros Enríquez, con una mezcla decimonónica de ingenuidad y perspicacia gallega, afirma en su poema ‘N-a chegada á Ourense d’a primeira locomotora’ que la «máquena é ò Cristo d’os tempos modernos», pues por donde pasa fecunda los terrenos, despiertan los hombres y «tras d’ela non veñen abades nin cregos; mais ven a fartura ¡y-a luz y-o progreso!» Sin embargo, como pinta mejor con Curros, enseguida me acordé «d’os que non comen, d’os que non ríen e non gozan». Todos ellos al margen de un conocido consejo popular: «Vida honesta y arreglada / tomar muy pocos remedios / y poner todos los medios / de no alterarse por nada». Falta saber cómo seguir esos consejos sin morir antes de tiempo de vejez, éxito o aburrimiento.
Ante el disputado vuelo rasante del AVE, cual resucitado Plan Marshall sobre peculiares ‘aires d’a nosa terra’, uno piensa cabizbajo si no habrá que recordar aquello que Curros atribuye a Dios: «S’eu fixen tal mundo, que ò demo me leve».

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