Sunday, October 15, 2006

SOMBRA AQUÍ, SOMBRA ALLÁ

El Mundo/ La Crónica de León/viernes, 13-10-2006

Sombra aquí, sombra allá

José Luis Garcia Herrero

Como la gente, según parece, está algo mosca con tanto verde que te quiero verde, no hay más remedio que hablar otra vez de un PGOU que sigue echando humo entre alegaciones y enredos. Mientras los padres putativos del negocio afirman que en esta ciudad de embelesos hay verde legal para todos -tanto que lo miden en millones de metros, por supuesto cuadrados- un vecino que es leído y además conoce a cuatro en uno del Consejo Comarcal, dice que de eso nada. Que al aumentar suelo para 34.000 nuevas viviendas -más 5.000 de La Rosaleda- en una ciudad de sólo 66.000 habitantes, o hay menos hierba por barba o sobran viviendas. Algo así dicen y escriben los arquitectos y sociólogos urbanos, los economistas y especialistas en derecho urbanístico; incluso el sentido común de las gentes que entienden el urbanismo en su exacta dimensión social. Saben bien que un urbanismo que realiza su papel de producción del espacio urbano al margen de los habitantes suele ser un instrumento para la especulación, a veces en connivencia con las instituciones municipales. Saben que el suelo, por el simple acto de recalificación como urbano, incrementa ciento de veces su valor de cambio sin aportación de capital ni trabajo. Saben que el resultado es lucrativo para unos pocos y negativo para la comunidad, especialmente la periferia, casco antiguo, pequeño comercio tradicional: ya muy afectado por la invasión de grandes superficies comerciales. Además, que un espacio que crece disperso, muy por encima de la demanda real y esperada, encarece la prestación de servicios esenciales, dado que el coste de las infraestructuras es inferior con un desarrollo integrado del alfoz. Y saben por experiencia que una planificación en superficie y volumen superior a lo necesario tampoco detiene ni abarata el precio de viviendas y locales comerciales, siendo una forma más de inversión financiera, corrupción y transferencia de capital oscuro. Los ejemplos no caben en esta columna: los por venir, no digamos.
La actual revisión del PGOU, realizada fuera de plazo con el eufemismo de adaptación a la Ley del Suelo y Reglamento autonómicos, es en realidad un nuevo Plan General que tiende a primar objetivos financieros y privados sobre un urbanismo no disperso ni discriminatorio, capaz de facilitar la urbanidad, el medio ambiente, la cohesión social. O sea, una ciudad más civil, culta y vital. Una ciudad menos ruidosa, tensa, saturada de pintadas atroces, botellones y otras gracias nocturnas como diversión y evasión modal. Una ciudad donde las preguntas tengan respuesta: ¿Qué será de los pueblos del municipio a corto y medio plazo? ¿Quiénes los beneficiarios de un desarrollo faraónico y frenético? ¿Qué pinta la Pongesur en todo esto? Sin saber por qué recuerdo ahora lo que cantaba Ana: «Maquíllate, maquíllate / un espejo de cristal / y mírate, mírate».

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