Tuesday, December 07, 2010

La amenaza del ruido


La Crónica de León/ 7-12-2010
José Luis García Herrero
La Universidad de León y su Escuela de Ingeniería Industrial, han celebrado un congreso donde 200 especialistas analizaron la contaminación medioambiental producida por altos niveles de ruido, frecuentes en España. El ruido: mezcla bárbara de sonidos inarmónicos que llega a perturbar la comunicación humana, invadiendo la privacidad personal que ampara la Constitución y con medidas preventivas tutela el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, nuestro Tribunal Supremo, el Constitucional, los Superiores de Comunidades Autonómicas y la Ley del Ruido. Estando definido el ruido ambiental como “todo sonido no deseado o nocivo generado por la actividad humana”. Incluso el sonido de la música, según intensidad, puede ser percibido de forma diferente: para unos, agradable, relajante, placentero, sublime; para otros, agresión física o tortura cuando es escuchado contra su voluntad y supera el límite máximo de 85 decibelios fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que determina no superar 45 db.
Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) el perjuicio para la salud supone pérdida progresiva de audición, cansancio, irritabilidad, estrés, depresión, alteración de presión arterial...y una larga lista de alteraciones psíquicas. Pese a ello, la contaminación acústica afecta a millones de personas que conviven con un nivel de ruido superior a 65 db. Como los españoles carecemos del lujo del silencio –(España está entre el grupo de riesgo al ocupar los primeros puestos al lado de Japón), debido a que el urbanismo y arquitectura mediterránea son propicios para hablar a gritos: dice el urbanista Salvador Polo, poniendo como ejemplo “un bar lleno de gente envuelta en humo y ruido, donde la música deja de serlo para disolverse en ruido ambiental”.
Pero otros muchos “ruidos” acechan. Porque en lo más hondo de la conciencia humana, agobiada por tanto decibelio sin control, resuenan otros más despiadados fenómenos: hambre, enfermedades endémicas que afectan a la mitad de la humanidad, sin olvidar la guerra, el terrorismo fundamentalista y de Estado, campos de batalla que “revelan al hombre su propia estupidez”: dice Faulkner en ‘El ruido y la furia’. Por esto, es preciso reclamar la armonía de la Paz: bien supremo sin fronteras, salvapatrias, ni iluminados por la gracia de un dios que pasaba por allí.
PD: Ahora que recuerdo, precisamente hoy cumple años mi esposa Amparo Carballo, directora de Ediciones Hontanar. ¡Felicidades!

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