Friday, December 25, 2009

VIVOS, MUERTOS Y BOLLOS

José Luis García Herrero
La Crónica de León, 22-12-2009
“Porque soy una parte de la humanidad, la muerte de cualquier hombre me disminuye, por eso no preguntes por quién doblan las campanas: están doblando por ti”. Todo el mundo conoce esas palabras, no literales, que dijo el poeta inglés John Donne un día sin estadística a mano. Compañeros del alma, compañeros: digo con Miguel Hernández en este súbito tiempo de óbitos -¡qué palabro!- Pues además de fugarse con nocturnidad y alevosía hacia ninguna parte, casi todos parecen puestos de acuerdo para dejar una estela funeraria de advertencia y proximidad, para que se hable más, bien o mal, de cada cual. Porque se ha ido para siempre tanta gente especial -muchas personas estupendas, otras no tanto, dicho sin señalar, que hay para todos los gustos envidias, oraciones, epicedios y admiraciones personales: y alguna que otra observación extemporánea. Se fueron como si tal cosa, como si quisieran repetir la sublime faena cualquier otro día para volver cabreados a pedir cuentas del necrológico obituario de a tanto la línea publicada. Lo malo de la frase de Donne es que al paso que vamos terminará uno por acostumbrase al tañido de tanta campana funeraria por los muertos próximos, por nuestros iconos divinos, no todos, algunos de pesadilla.
Pero si echamos un vistazo distraído al Anuario CIP, tal vez se alivie la cosa cuando comprobemos que las campanas sólo tañen por algunos dado el incremento de las desigualdades sociales. A pesar de que la mitad de la población mundial vive por debajo del nivel de pobreza; que miles de millones no tienen acceso al agua potable, electricidad, educación, servicios sanitarios; que más de 50.000 personas mueren de hambre cada día, en tanto que la riqueza de 500 familias es más elevada que la de 2.500 millones de pobres del planeta. Y día tras día, las campanas del mundo siguen silenciosas.
Entre tanto, como quien no quiere la cosa, seguimos sin saber si los envarados trajes de los señores Camps y Costa han sido pagados por ellos o por el Sursumcorda, si a tocateja, en cómodos plazos o regalados a cambio de un “dou des” de tan oscura justificación que al final el pagano de trajes, chalecos, corbatas y bolsos de lujo siempre es el ciudadano común, que cada día que pasa es más común y menos ciudadano, sujeto pasivo de los obituarios ajenos, incluidos homenajes, placas conmemorativas, y lagrimones literarios. O sea, como siempre: el vivo, el muerto y el bollo cada uno en su sitio según categoría y lugar ocupado en los mármoles de R.I.P.

1 comment:

Minipunk Arias said...

Me ha gustado leer este post, la vida no es justa, yo me la imagino asi como una balanza en la que, para que mi platillo pese más, la del de otro ha de pesar menos.